martes, 16 de diciembre de 2014

el pirata

Hoy sale un articulo-entrevista a Alberto Vázquez Figueroa en El Día.  Comienza nombrando el libro que me regaló Ramón: Enigmas y tesoros en Canarias. El misterio de cabeza de Perro. Vázquez Figueroa es el autor del prólogo. Cuenta su relación con un banquero judío que lo quiso ayudar en su proyecto de "abrir un canal entre el Mar Rojo y el Mar Muerto, desalar el agua por presión natural y convertir Israel, Jordania y Palestina en un vergel". 

En el libro, la parte dedicada a Cabeza de Perro, Manuel de Paz Sánchez niega, en contra de la opinión de Pedro Acosta y Pablo Quintana, que el Cabeza de Perro del siglo XIX existió. Da sus razones. No hay documentación periodística ni histórica. Sin embargo, ofrece testimonios de testigos del ajusticiamiento del pirata. 
Doña Francisca Díaz, santiguadora de 107 años de edad. Fue entrevistada por el periodista Luis Álvarez Cruz en el año 1933. Concluye el periodista:

¿Cómo podría ella olvidar a aquel compadre Francisco Felipe, que vino desde El Sobradillo a Santa Cruz a la ejecución del temeroso pirata Cabeza de Perro, quien se paseaba delante del cadalso tétrico con un cigarro en la boca?.

Otra mujer fue testigo directa. Isabel Albertos, de más de 107 años de edad, "viejecita que a diario veis de puerta en puerta, apoyada en un bastoncillo y portando un cesto con los mendrugos de pan que de la caridad pública recoge".
En su relato, cuenta esta mujer:

Seguí con el tropel de gente, y así que llegamos a la Concepción, abrieron la puerta grande pa ver si el reo quería coger iglesia, y no quiso. Entonces, en medio del silencio de todos, oyóse la voz del reo que decía a grandes gritos, pa que todos lo oyeran:
--¡Madres que tenéis hijos: escarmentad en mí, que yo he matado la tripulación de un barco! Con un machete que tenía me puse en la escotilla y, según iban subiendo, les iba cortando la cabeza y arrojándolos al mar. Salió después una madre con una hija, y vivo los tiré también al mar... Entonces, oí la voz de la niña que decía: "¡Upa, mamá; no me bañes en tanta agua!".  

En Secretos de Cuba y en Puerto Santo, existe un episodio cortado por la misma tijera, aunque en distinta tela. En la novela de Zamora, la muerte de la niña es con un remo, mientras que su madre sobrevive. Como en la historia oral que yo conocía. 
En la novela de Royo, el pescador mata con un remo, cuando quiere subirse a la barca, al petulante y odioso personaje de la novela.
En un caso muere un inocente. En el otro, un culpable. Bien es verdad que en Cabeza de Perro, en la novela de Zamora y en el cuento popular, el "Upa, mamá" es un estribillo incesante. En el pescador hay un ramalazo de culpabilidad. Y la autoridad de la ciudad abandonada, ni lo tiene en cuenta. Más que un crimen, un accidente de trabajo. Mientras, la mujer del pescador encuentra en La Laguna un niño, el deseo de su vida... 

No hay comentarios: