miércoles, 17 de diciembre de 2014

etc.

--Uy, estoy aburrida con este tiempo --mujer en la guagua.
¿Quién no? 

El gato Lucas me ayuda a ir ordenando. Lo que tira al suelo es lo que tengo que tirar. La acumulación hace daño. Tira papeles que dejo escritos sobre las mesas. El animal sabe lo que tiene que respetar, lo que es intocable. Lo otro lo selecciona, y lo que no sirve lo tira al suelo, para que yo lo barra. Le gusta jugar con la escoba. Me tiene frito. Anoche lo dejé en el patio. Había intentado dejarlo en mi cuarto. Ya ha aprendido a dormir conmigo. Sabe cuál es su parte de la cama. Pero hay una hora de la noche en que se vuelve guerrero. Yo no sé qué ve en la oscuridad. Lo que yo sé es que me despierta. A veces no me importa. Estoy en una pesadilla y despertar y ver al gato es un alivio. Pero otras veces el sueño es digno de un hammán. Me jode que me despierte. Anoche lo dejé cerrado en el patio. Se asomaba por la ventana, miraba a través del cristal. El pobre. Me hizo un cisco el patio de arriba. Hoy tuve que barrerlo a fondo.

Marcelino me colocó una bombilla en el cuarto. Y enchufamos el des-humificador. El pequeñito. Lo fuimos a buscar a Leroy Merlín. Antes estuvimos en Güímar. Esto sí que vale la pena contarlo, pero son historias de Marcelino. Historias privadas. Un barco que navega frente a una de las islas de Ulises. El Ulises de Homero. El de Joyce estaba en Santa Pus. El hombre en el bar de Ibra. Esperando que su mujer acabase jornada con el querido. Cuando viene el querido, el hombre tiene que salir de la casa y dar una vuelta por ahí. 
Yo también doy una vuelta por ahí. Hay vallas publicitarias que son obras de arte. Otras son una porquería. Unas y otras son habitables. El animal las acecha.

Recojo los papeles que tiró Lucas. 

Cuéntame de la noche
de los hombres y de la luna
herida en su órbita.
Enciende tus flores
y escucha en la noche
la memoria de la luna.


De los escritos que hoy tiró Lucas al suelo, el único que merece publicidad. Los otros nada. Al contenedor. Quizá algún día este gato entre en la onda de un azar favorable, y me esparza por el piso una antología digna de un concurso. La mando al concurso, gano el premio y... etc. 

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