miércoles, 31 de enero de 2018

carta urgente

Pepe:

espero que al recibo de esta carta, esté todo más o menos en orden, en armonía. Eso es lo que te deseo a ti y a toda la gente que quiero, y a la que no quiero no le deseo ningún mal. Dios nos ampare.

Disculpa que te escriba tan seguido, pero esta es para que borres la anterior. No hay ninguna empresa económica que llevar a cabo, sino cada uno su propia sombra.

Esta mañana me despierto con una llamada de Ignacio. Es un amigo y se preocupa por el estado anímico de uno, por las dificultades que uno pueda tener. Como es bueno que sea.

--Como leí en el blog...

--El blog es literatura --le dije.

No me dio tiempo de hablarle de Baile de tapados, gran novela, a pesar de los escollos. Yo interrumpí la lectura porque esa novela necesita cinco años de maceración. La maravilla de un baile y el misterio de siete vestidos es tan poderoso que no sigo adelante porque la magia de la lectura me obliga a digerir las primeras maravillas antes de seguir adelante.

En eso estamos.

Pero luego leí un wasap de una persona que también es amigo, alguien a quien tengo afecto y me preocupa que esté bien consigo mismo, y si está bien conmigo, miel sobre hojuelas.

Bueno, como no te voy a decir su nombre, ni a ti ni a quien más lea esta carta, puedo decir el caso. Le pasé un libro y, en cierto modo, me reprocha que no le haya advertido que el autor es demasiado explícito.

Esto me hace reflexionar. No es la primera vez que lo explícito me perjudica.

Es verdad, esto sí lo sé, que la armonía individual, colectiva y del cosmos funciona cuando hay ritmo entre la Inteligencia, la Intuición y el Instinto. Esto sucede en el cosmos. Que suceda en la colectividad humana y en el individuo en concreto, es muy raro.

Tú me preguntas si amo mi cuerpo. La respuesta es no. La duda es si no lo amo como Quasimodo o no lo amo como el retrato de Dorian Grey. Quasimodo no amaba su cuerpo pero lo aceptaba y obraba en consecuencia. Es un personaje saludable. Un alma noble. Dorian no. Su alma estaba podrida y su cuerpo era un simulacro. Pepe, si hago literatura del retrato, Ignacio me llama preocupado por mi salud mental, y el lector amigo me avisa que no fue muy delicado por mi parte no advertirle que tal autor podía herir su sensibilidad.

Si hago literatura tomándome como referencia, en el mundo no voy a dar pie con bola. Quiero escribir sin herir la sensibilidad del lector. Ya no escribiría Agosta ni loco, aunque en esta novela me salva que la protagonista no tiene nada que ver conmigo. Es una literatura que se inspira en la literatura, en concreto en Sade.

En estos tiempo Sade no es oportuno.

Creo que voy a seguir leyendo Baile de tapados. Ignacio, con sus diferencias y sus peculiaridades, es lo que fue Cunqueiro en Galicia. El cuento de hadas en letras de oro. En el caso de Ignacio, a pesar de la maleza que obliga al lector a cruzarla antes de llegar al castillo donde está la bella verdad.

Un abrazo, amigo.

Pd. Me temo que al lector amigo no le voy a pasar ni Cucarachas con Chanel ni Mejor cuando improvisas.

Baile de tapados sí. Pero advirtiéndole de la maleza que debe cruzar. Hay que aprender y no ser tan torpe en lo sucesivo.

Un abrazo, Pepe.

Chito

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