jueves, 4 de febrero de 2021

cuentos

 Hay cuentos que se me han quedado en la memoria con una alta intensidad:

Macario, de Rulfo,

El artista del hambre, de Kafka,

La fiesta, de Antonio Bermejo,

La mano del mono, de W. W. Jacobs,

entre ellos.

Y uno de Marguerite Yourcenar:

 La viuda Afrodisia. Los hombres del pueblo han matado al forajido del bosque, el hombre que seis años atrás asesinó al pope del pueblo, el difunto marido de la viuda. Ella se ve obligada a darles aguardiente y pan tostado; no se atreve a poner veneno en las rodajas de pan. Se limita a escupir sobre cada una de las rodajas. Han matado a su amante, el hombre con el que se encontraba a escondidas todas las noches de luna nueva.

Ya lo dijo en El collar de la paloma el poeta árabe medieval Ibn Hazm de Córdoba. Más o menos:

Los amores clandestinos

tienen algo de lo que carecen

esas uniones públicas,

algo así como caminar al atardecer

sobre las dunas.


No hay comentarios: