Procuro adaptarme con toda el alma a mi deteriorada carrocería, mis positrones procuran aceptable coordinación con los electrones. (Estoy leyendo un cuento de Asimov.)
En uno de los párrafos un personaje alude a la posibilidad de coger la mente de alguien y ponerla en el cerebro de otra persona. "No le gustaría a usted que cogieran la suya y la trasladaran al cuerpo de un joven atlético".
El cuento señala la importancia del sentido de la intimidad. La intimidad yo la veo bajo la tierra, dominada por las raíces de las plantas y los bichos subterráneos. A veces sale a la superficie. En la novela de Dr. R. el episodio de la cucaracha rociada con Chanel puede ser un símbolo, entre otros, de la destreza política. Pedro Sánchez podría ser el personaje, todas las cucarachas cazadas por los jueces enemigos son dejadas a su destino pero las que permanecen con él las rocía con Chanel. A veces no puedo evitar, el cielo me perdone, ver a una cucaracha en la figura parlante de la ministra Moreno. Ella es la dominadora de la ínsula. Menos importante en el Gobierno es la señora Díaz, errejonada por un lado y próxima al papa Francisco por el otro. Cuento de cucarachas con Chanel en el velatorio de Roma. Yo observo a las salvajes y reales cucarachas que tengo en casa, de día no se ven pero salen de noche. Las pequeñas me despiertan afecto y las grandes me producen rechazo. Una de las grandes suele subirse al pollo de noche. Doy un golpe para asustarla y se esconde detrás de la bolsa de gofio o bajo el plato por lavar en el fregadero. Hay otra, menos molesta, que se pasea por el piso. A esta la espanto y se esconde bajo la cocinilla. No son plaga y eliminan bichos malos. Esta es la razón científica de dejarlas que hagan su vida. La razón mágica --que no me oiga el Maestro- es que la cucaracha es uno de los animales protegidos de Yemayá.
"La risa es la mejor arma contra la muerte", dice Rosario Ferré en youtube.
"El material del arte es el desperdicio", dice el tarotista Jodorowsky en otro youtube, y cuenta la anécdota de la bailarina que, en un lugar de París, se desvestía de su uniforme nazi, y ya desnuda, resplandecía una cruz gamada en su coño alemán. Cuenta el Jodorowsky. Dice que la cultua es una cretinada. Y tiene razón, darle valor especial a la cultura es como dárselo a las cucarachas, aunque sean animales preferidos de Yemayá.
A la bailarina tengo que llevarla a Vertical blues. Alli pega como anillo al dedo. En un episodio un nazi lleva a su casa particular a los héroes de la novela y les enseña fotos de su mujer, fotos pornográficas bien encuadradas. El héroe principal, en su vida de niño, conoce a un alemán, cliente de su madre, que de una manera esotérica anuncia el nazismo operativo en el tiempo de esa historia.
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