Me retiro de la escritura pública, por ahora, (léase fb, a la única a la que tengo en este tiempo acceso público) pero también a la escritura privada (Vertical blues, Injertos y una nueva versión de la novela de Agosta). Injertos está ahora en manos, con ruego de un prólogo, de Dr. R., un autor que reinventó la estructura de la novela (Cucarachas con chanel), como hizo Cervantes en su día y Rulfo en su momento, y también, según el vigoroso Jesús G. Maestro, García Márquez. Hoy Maestro estrena en youtube su visión de Mario Vargas Llosa. Dice que es un buen novelista, incluso excelente, pero no es un genio, como fueron Cervantes, Rulfo y García Márquez...
En cuanto a estilo, en la literatura canariavasca, mestizaje nada reprochable, el autor a señalar como cambista, como autor genial, no simplemente excelente, es el exabogado Nokia, el amigo de... bueno... borrar al borrado es diente por diente. La no identidad es la entidad suprema. No nombrar a quien te borra es prudencia espartana. Me acuerdo cuando un examigo ilustrado ponía por las nubes a otro autor con el que yo no he podido lidiar a gusto, no le pude hincar el diente. El ilustrado, más tarde, se desembarcó de los elogios y confesó que in illo tempore lo había maravillado aquel autor porque leyó tres páginas de su novela y no entendió nada. No entender nada es entenderlo todo, supongo que diría Sócrates, en las nubes, cavilando tonterías.
El que me tiene borrado también es Berto. Pero este, con amistad infatigable y perdurable. No me llama. Yo tampoco lo llamo. Ramón otro, comunicación vía wasap. Valioso lo de los Espiques de Los Cristianos. Jordi estuvo en uno sobre Arte y volvió a su museo Abandonado en Los Realejos con poco entusiasmo. Luego decidió borrar de su muro en fb. lo que escribió. Contaba la historia con el alma del que va a una fiesta y no encuentra ninguna fiesta. Gregorio Samsa en Los Cristianos, podría haberse titulado. Borró el relato. Me maravilló su relato borrado. Vi (que no me oiga Gustavo Bueno, inquisidor de visionarios) vi que después de más de lo mismo se abre el telón y comienza la fiesta. No sé si esa fiesta la hubo en el más reciente Espique, el dedicado a la Hispanidad. Ramón me invitó (si me invitan me tienen que recoger, porque yo solo, sin recogedor, sólo voy al carrito de Vicenta y, menos a menudo, al Komo Komo). Hoy me recogieron y me llevaron a la médico principal. Ya llevo conocidas tres reumatólogas, de las tres me he enamorado. La primera era una sargenta de Valladolid. Muchas visitas. Soberbia mujer. "O haces lo que yo te digo o te vas al carajo", me decía, me ordenaba, pero con un habla más expositiva, más de Valladolid, y yo obedecía encantado. Fue quien me habló del Fairy, una vez ya enamorada y dándome buenos consejos. Fairy, remedio Rasputín. Hoy se lo conté a la nueva doctora y me miró como si estuviese oyendo al licenciado Vidriera. Le dije quién me dijo eso y puso cara de asombro. La vi una mujer eficaz. Todo al grano y sin consejos ni órdenes. Le digo que fumo 15 cigarrillos y sin decir nada me lo dice todo. Esa mujer me habló con el cuerpo. Tengo que fumar menos. A ver.
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