domingo, 20 de abril de 2025

realidad

 El sueño a veces vaticina la realidad, a su manera. Ayer por la tarde abro un corto que habla de Sagitario, curiosidad por saber cómo me va a ir en el amor estancado, el dinero y la salud. La salud la tenía como Cristo en el calvario, el cuerpo y peor el alma, por los suelos. Con el dinero, gracias a Dios, no hago quejas, tengo para comer y para comprarme un jugo de membrillo, esperando esa exquisita comilona que me ha prometido Juan gracias a los elogios que hago a su obra. No todos los elogios son tan falsos como los de Rufián el catalán criticando a los parlamentarios que cobran buenos sueldos y no defienden a los pobres. El amor, en fase prolongada de ayuno, es más preocupante. Medito oyendo lo que una bruja de muchas cartas dice mirando varios Tarot, todos menos el auténtico, el de Marsella. Cuando la bruja va a hablar del amor, el ordenador se para en seco, el ratón no se mueve y se pone a meter un ruido desagradable. No hay manera de apagarlo, de detenerlo. Lo llevo al patio, desenchufado, para que a lo largo de la noche se le descargue la batería y se apague solo. Lo llevo a donde apenas lo oigo si me acuesto a dormir. En esto llega Ayara, la que saca al podenco Rafael esta semana alojado en casa. Saca a Rafael y vuelve. Le digo lo del ordenador, el ruido delata su avería. Al final, espabilada juventud, la muchacha logra apagarlo. Menos mal. Por la mañana, hoy, lo enciendo otra vez y funciona normal, como si no le hubiera pasado nada. Se abre ese callejón. Sigo andando. Pantalla libre. Carretera abierta.

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