sábado, 19 de abril de 2025

otro sueño

 Me levanto temprano, antes de amanecer, ágil como un mandril. Ma visto normal, cojeo hasta el carrito de Vicenta, compro el tabaco, un rosquete lagunero y cocacola sabor original. Vuelvo a casa, por el trayecto de las tres escaleras que tiene la calle; siempre me acuerdo de T cuando paso justo por la que está más arriba, la escalera doblada (las otras dos son rectas) y llego a casa. Abro, veo un par de youtube y fumo un par de cigarrillos. Me derroto y me acuesto. Sueño con una doblez inaudita. A veces soy un personaje, a veces otro y otras veces un testigo omnisciente. Una dama de buen ver me lleva en su coche, tipo cucaracha, de dos plazas, a un recinto elevado. Voy en cholas, me cuesta subir la escalera, pegada a una pared. En lo alto no hay ñaca ñaca sino tertulia. Allí un famoso crítico literario nos recibe. No me acuerdo de que hablamos. Creo que de los viejos cortos de Hitchcock en la televisión. "Está muy bien ser un genio como yo, que ha hecho grandes películas, pero también tengo que comer y me veo obligado a hacer estas basuritas que tanto os entretiene, al servicio de un productor que parece que no rompe un plato pero es un gran delincuente". Comenté con el críttico esa frase, más o menos, del cineasta. Lo demás no me acuerdo. La dama está dándose el lote con otro pero me hace señales de que me prefiere a mí. Yo contento, soy el escogido. O soy la dama, matando al bobo y eligiendo al más guapo. El crítico no sé que hace; desaparece, se escabulle. Bajamos la escalera la dama y yo y nos subimos en su coche. Me dice que conduzca yo. De pronto, en plena marcha, percibo que del coche han desaparecido los mandos de los pies, el freno, el acelerador y el embrague.. Entro en la ciudad conduciendo a ciegas pero por suerte no hay ningún percance. Le grito a unos transeuntes, pasando por una avenida rente al mar, que paren el coche. Lo hacen, a la fuerza bruta. La dama se pone al volante. Esta vez con acelerador y freno en su sitio, y yo al lado. Aliviado, contento de que sea ella la que maneje. Es su coche cucaracha y lo conoce. Me habla de que pronto hará un viaje a Nápoles. me habla maravillas de Nápoles. Llegamos a un calle toda en obra, con zanjas abiertas. En la puerta, de cristal, de un edificio, nos espera el marido. Un chino calvo y cabreado. Sabe artes marciales y tiene instrumentos de ataque. Estoy perdido. Eludo los primeros golpes pero sé que estoy perdido. No sé cómo, alguien me ayuda, una aparición angelical, y le da con una piedra en la cabeza al temible chino. Lo deja tumbado en el suelo. La dama llama a la policía, pide ayuda porque han matado a su marido. Salgo por patas. Más tranquilo, deambulo por la ciudad intentando encontrar mi casa. La ciudad es totalmente desconocida. No mee oriento y pido ayuda. Alguien me indica que tengo que ir por tal sitio, y ese sitio me lleva a una comisaría subterránea. Me detienen porque sospechan que yo soy el asesino. Les pido que me dejen hacer una llamada de teléfono. De pronto una poli deduce que yo vivo en Gijón y me dejan libre. Me sueltan en un callejón sin salida. Otra vez perdido. Despierto. Rafael el podenco me titó de la mesita al suelo varias cosas que estoy dibujando. Esto ya es la realidad. El sueño quedó atrás. Me caliento un café y enciendo un cigarrillo. 

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