sábado, 25 de abril de 2015

cerca

Todo lo que pesa impide volar. Marcelino no quiso comer carne cabra. Ni caracoles. Ramón llegó cenado y no quiso comer sardinas fritas. La carne cabra fue en el Ñoc, camarero bailarín. A Marcel no le gustó el sitio, lo recordaba un sitio gomero pero ya no era gomero, y no quiso comer. 

--Han estado cobrando por las personas muertas --dice la Chama, el sol sobre la plaza del Mercado, el no mercado de la zona Ibrahim. 
Bin Ladem la llama Isabel Pantoja. Por ahí viene Isabel Pantoja. Estamos en el mismo banco. La Chama, mujer pequeña con arrugas hasta en el carnet, cuenta la historia de los cobros por las personas muertas. Las almas muertas. Si hay un sitio donde la literatura rusa esté aposentada es Tenerife. La voz de la Chama es el idoma convertido en cascadas de hielo. Es mujer pequeña. Como Marta Puma.
Marta Puma es la bella en la novela Mejor cuando improvisas. El que piensa o narra la historia es en su fantasía un lobo o un gigante, y en la realidad un abogado, un abogado que ha perdido el amor a la Justicia, el trabajo es puta rutina, y la compañera de trabajo una bruja.
--¿Eso le pasó a él? --me preguntaba Chani en San Andrés.
Por fin vi a Chani. Bajaba del monte con botas de agua. Me sonsacó vida y milagros. Preguntó por esta y por aquel. Yo también sonsaqué.
--Pero esto no lo pongas en el blog.
--Lo sabe todo el pueblo, todo el pueblo lo habla... ¿que más da el blog? ¿Y cómo está él?
--... Tenías que escribirle una carta. Hola, soy el Alpargata...
--Ya sé que estás de vacaciones a cuenta del Estado... 
Marcelino y Ramón los vi por la noche. Subimos Marcelino y yo al Callejón. Más tarde llegó Ramón. Lo esperaban allí Miguel y otros amigos para celebrar su regreso a la Universidad. A enseñar Antropología Urbana. Estuvo un buen rato con nosotros, lo que duró la bandeja de sardinas. Hablamos de Royo y de Ramallo. 
--La novela está construida como una pieza de jazz --dice Ramón.
--Y es curioso como matrimonia el realismo puro, el realismo del bufete siniestro, con la fantasía quijotesca. Marta Puma no existe.
--Sí existe, como existía Dulcinea...
--Hombre, yo creo que el abogado de Juan tiene mejor vista que don Quijote.
--¿Tú qué sabes qué vista tenía don Quijote? --replica Ramón--. ¿Tu viste a la del Toboso?
Me quedo bobo. No, no la vi. Buena moza, dicen. Pero Marta Puma es mucho más que buena moza. Es diosa azteca. Es una destreza como el autor hace que el protagonista de la novela la viva, como si fuese verdad, y hace que el lector también crea que todo fue verdad. 
Marcelino habla en contra del realismo. Dice que puede ser monótono, pesado, sin sentimientos...
Todo movimiento tiene sus peligros. Y el no movimiento también.
--Ramallo en un cineasta nato --dice Ramón.
Callamos. Otorgamos. 
Nos movemos. Nos despedimos.
Marcelino tiene que corregir exámenes. La administración de la Enseñanza.
La noche pasa. Sueño que limpio el cagadero de Lucas. Cagadas oscuras y húmedas. 
Malo cuando el sueño no tiene fantasía, sino que es prolongación de la realidad.
Mundo oscuro y húmedo.
Y sin embargo, hay una brecha. Está ahí. Cerca.  

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