lunes, 6 de abril de 2015

mediodía

Ahora las coplas pueden esperar hasta que se aclare el tiempo y el palo del fraile se ponga en claridad y no en manejos raros, porque la que tenía para hoy es una que estuvimos fabricando JRamallo y yo el otro día, testigo la estatua de Guimerá, sobre una mano negra que es como una araña tejiendo cizaña. La copla se la regalamos al gran músico, para que le ponga música. Fruto del matrimonio poético homosexual entre un hermafrodita y un andrógino.
Ahora es el día 10 lo que importa. 

en el Cafesiete,
La Laguna.

NUMAcircuit 2015 presenta Instinct in Progress

acción coral, pictórica, etc.
de 
RealismoPuntoCero.

Realidad y ficción. La vida.

*
Ayer no pude terminar de ver la película El camino de la Cruz. El TEA cierra la puerta al cine desde que empieza la proyección. Costumbre civilizada que es como una patada. 
Es una película magnífica. Impecable. Maravilla. Planos secuencia de 2o minutos que no te cansan ni un segundo. Al contrario, cada segundo es intesidad, deseo de bien e iluminación de Dios.
Película religiosa. Sin dobles sentidos.
Catolicismo fundamentalista.
La primera vez salí del cine con ganas de hacerme católico fundamentalista. En las antípodas de las vetas pornográficas. Si algo brilla en la película es la ausencia de pornografía. Se agradece. No sólo de sexo se alimenta el hombre, sino de la palabra de Dios. 
La niña me recordó a mí mismo cuando quise ser santo. Leía muchos colorines de vidas de santos e iba al catecismo, a la iglesia de Fátima, al lado del entonces llamado Manicomio.
Me enamoré de una chica compañera de clase. No se fijaba en mí y, para que se fijara en mí, le quité la silla cuando se iba a sentar. Una broma. El catequista se lo tomó en serio.
Yo, del enfado, decidí guardar los colorines de los santos en el mueble de un cuartito.
El catequista a la semana mandó recado de que volviese a las clases de catecismo. Me lo pensé. Yo quería estar en el coro. El catequista --lo recuerdo como una buena persona-- me decía, cuando yo me empeñaba en ponerme en el coro, que moviera los labios pero que no emitiera sonido.
En fin, para que ni siquiera me dejasen cantar, no volví.
Donde fui a esconder los colorines, encontré una ristra de fotos pornográficas. Cogí un nuevo rumbo.
Y no supe, hasta mucho más tarde, que la chica de la silla era la que había rogado mi regreso. 
Me lo dijo cuando tuvimos amistad más profunda, ya fuera de la Iglesia, en medio del mundo, el demonio y la carne. 
Pero la voz de Dios siguió sonando.
Fue un amor platónico. 

*
El bosque quemado, blog de Ramón Herar, informa sobre Lunula (o Lúnula) 29.


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