viernes, 17 de abril de 2015

encuentros y actos

Nguyen a mediodía. Me propone un plan que no suena mal.
--Díselo a Ramallo...
Es curioso, por la noche había soñado con los dos. Yo estaba de modelo en un local con público, expuesto a subasta, y el amigo y la amiga me pintaban, cada uno por su lado. El Tigre portaba como única herramienta un taladro, y la mujer Gallo varios pinceles. Le ofreció al hombre la mitad de pinceles a cambio del taladro. Ramallo se negó, dijo que él sin el taladro no era nadie. Bueno, el caso es que ella le hizo una llave de yudo y le quitó el taladro al pintor. En lo que a mí concierne, es que cuando vi quién había pujado más por el artista subastado, que era yo, el sueño espectáculo se convirtió en sueño pesadilla.

Por la noche con Ramón viaje a la Casa de Venezuela. Nos abren la puerta cerrada, cortesía con el inválido.
--No se crea, estoy ensayando para una película --le dije al guardián de la puerta, cuando ya estábamos entrando en el salón de actos. María Teresa de Vega se quejaba de que su padre no había sido nunca nacionalista canario. Eso es verdad. Pero también es verdad lo que dijo Roberto Cabrera. Los independentistas convirtieron en un tótem, y por tanto en popular, la novela Fetasa. Símbolo de la metafísica del isleño. Y no se equivocaron. Otra cosa es que Isaac hubiese decidido "caminar solo en esta tierra de cobardes". Era un hombre sobrio que sabía su valor y sabía reclamarlo con elegancia. Quizá el heredero de su estilo, tendente a la aventura, al peso (pensamiento) de la acción, sea Marcelino Marichal. Su heredero metafísico, sin embargo, lo veo en Agustín Pacheco. También estaba allí, en el salón de actos. Me pidió el bolígrafo. Elogió el bolígrafo. Menos mal que no me pidió la cuca. Por Agustín siento un cariño homosexual platónico. Lo carnal, desde que vi la mitad de la película de la niña que quería ser santa, lo evito. Me estoy volviendo católico, católico fundamentalista. En el buen sentido, el que quiera carne que la disfrute. Pero yo con Agustín no quiero carne. Los dos somos autores que no sólo parecemos decentes sino que lo somos, demasiado decentes, él más elevado que yo, más en lo global de la materia, en lo etéreo y lo evanescente.
Cándido Hernández incidió en el humor en Isaac, cosa poco comentada desde que Antonio Bermejo le dijo a Isaac en Igueste, contó Roberto, que él no tenía humor. Se equivocó Bermejo. Humor lo tiene, y sólido. 
En lo que toca al plan de Nguyen, ideo la posibilidad de transformar Fetasa en comic. A Isaac de Vega le gustaban los colorines. 
Ignacio Gaspar, hombre de coraje y autor valioso, no sé si previó una exposición con las distintas ediciones de una de las novelas cumbre de nuestra historia.
Antes hablé de su herencia. En el estilo y en la atmósfera (eso que llaman metafísica) Ramón puede ser perfectamente Gabriel en Cucarachas con Chanel. De la naturaleza, donde lo urbano es un decorado, el personaje esencial sufre y goza la aventura en lo urbano, cuando es la naturaleza la que se ha convertido en decorado. 

En fin. Un acto vivificante, como dijo Pepe Marrero a la hora del vino.
Bello se acercó a saludar. María Teresa no.
--Son los caballeros son los que se acercan a las damas --dijo Ramón.
Bueno, no soy caballero. Aunque a veces lo parezo. 
--Tu permitirías la edición de... --le pregunté al autor de Las Lunas.
--Sí... dentro de dos años --dijo.
Terminamos la noche Agustín, Ramón y yo en el 18 de Julio. Agustín pletórico, con un apetito extraordinario. Ramón vigilándome, dándose cuenta que me estoy volviendo católico (de las religiones, la más sencilla) fundamentalista.
Hablamos del fascismo. 
Lo peor del día fue que no me llamó Carmen. La perfección no existe. 

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