jueves, 27 de agosto de 2015

Ático 13





El día cinco
del mes nueve,
desde las once
hasta las veinte
y dos, tendrás
ÁTICO 13.
ExposiAcción
más otras suertes,
acción de mente /
acción de instinto
en varios puentes
del laberinto.

Vengan con gracia,
graciosamente;
vengan tal quieran,
tal quieran verse.
Vengan villanos,
condes y reyes.
Vengan los hombres,
vengan mujeres,
no falten niños,
todos que lleguen,
los menos altos
y los burgueses.
Vengan  aviones,
vengan los trenes,
vengan caballos,
ven como quieres.

Habrá unos cuadros
de varias gentes,
cuadros variados
y otros enseres.
Hablar de cuadros
es simplemente
decir comienzo
de ÁTICO 13.

Habrá condumio
pa quien lo aprecie,
menor el precio
que el valor que ofrece.
Habrá refrescos
para los nenes,
habrá bebidas
pues no conviene
sufrir de sed
los que la tienen.
Habrás de todos
los menesteres.

Sabrás quién fuiste
y lo que eres.
Y si no sabes,
no son saberes
lo que las almas
más se requieren.
Más que el saber,
otros quereres
harán el bien,
darán placeres.

Hito festivo
tendrá el colectivo;
los congregados
iremos al claro
del espejismo.

Es señalado
el día cinco
del mes nueve
de 2015.

Ciudad testigo
es esta nuestra,
si es que despierta
de larga siesta.

ÁTICO 13
es lo que cuenta
en el mes nueve,
el día cinco.
Salud y suerte.







1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

En bajando al cíber a celebrar ÁTICO 13, me acordé de lo que hablo con Jose sobre la humildad.
Yo que sí, que hay que tener humildad, y él que no, o si se cansa de discutir y dice sí, sí con reparos. Mis razones, lo sé, están en las nubes.
¿Qué somos en la inmensidad del universo?
¿Qué sabemos en la inmensidad de los desconocido y de lo que nunca podremos conocer?
Sin embargo, en bajando me acordé de una fábula medieval que, hace tanto ya, la leí en el Libro del buen amor. La anoto aquí, para que no se me olvide cuando vea a Jose y hablemos de la humildad.

A ser humilde enseña
la fábula medieval
del león y el ratón
que no se dejó matar.
Yo la leí en Hita,
el Arcipreste cabal.
Él con los alejandrinos,
sílabas de bien contar
del mester de clerecía
mas con sabor de juglar,
contó la historia, señores,
de este romancear.

Fuese el león a comer
un ratón para cenar.
"La vida son intereses
en este estado social;
por cosa que te conviene
tú me vas a perdonar
y no clavarme los dientes.
Porque habrá otro lugar
y en otro tiempo, león,
me puedes necesitar."

Se descojona el melenas,
un reír descomunal,
de tal gracia que le hizo
aquel ratón perspicaz.
Sin pensarlo unas dos veces
lo deja ir y marchar.
Detrás de tiempos, los tiempos
vienen y pronto se van.
En la red de un cazador
el león se fue a enredar.

Pero por suerte lo vio
el otro pequeño animal.
Sus dientes de roedor
libraron al gran señor
de trabajar en un circo.
El hermano del gran Sol,
entre animales el astro,
el mayor en el catastro,
disfruta liberación.
Y todo se lo debió
a los dientes de un ratón.