martes, 23 de junio de 2020

el Obrergón anoche empecé a reelerlo cuando ese español iba caminando a Turín y lo cogió una tempestad. Tuvo la suerte de que encontró a un caballero italiano que lo acogió en su mansión. El caballero estaba amargado, y como la amargura es insoportable tenerla dentro, se la contó al español. Le contó su historia. Vivía feliz, cazando conejos y perdices, y no quería casarse hasta que conoció a una campesina y se enamoró. Se casó. Pero un criado suyo le dijo que cuando él estaba de cacería, otro criado entraba en la alcoba de su mujer. Acechó el caso y vio la jugada. El que presuntamente le ponía los cuernos entraba por un agujero secreto tapado con el cuadro de Tiziano sobre el adulterio. Apropiado. Total, que mató al criado infiel, y lo descuartizó en mil pedazos. A su mujer iba a hacerle lo mismo pero no tuvo valor, era tan bella, la había amado tanto... Total, que la encierra en un calabozo a pan y agua y con el corazón del criado infiel a la vista para que se recreara. Quince días llevaba allí, cuando le contó el caso a Obregón. Y lo invitó a ir al calabozo para ver si ya la delincuente se había muerto de asco y hambre. Aún demacrada y asustada, la belleza saltaba a la vista. En esto entraron los perros de la casa y se comieron el corazón del muerto y lamieron la cara de su dueña, cariñosos. Total, que la cuitada cuenta su versión de la historia. Ella creía que el que entraba en su habitación era un fantasma que la tenía loca para que lo acogiera en su cama, y todas las veces la visitó, infructuosamente, con el mismo propósito. Incansable a la negación continua de la casta esposa. Total, que el Obregón convence al caballero de que está casado con la más virtuosa de las mujeres. Que convenza al caballero, vale; pero que también intente convencer al lector este español... en fin. Luego en Venecia no sé si tiene roce con una dama que lo está engañando para sacarle los dineros hasta que descubre que es una ramera robatontos. El episodio recuerda un cuento del Decamerón en que otra del mismo oficio le saca, con engatusamientos, las monedas de oro a un incauto y rico señorito.
La novela está sembrada de palabras que ya no se usan. La única que me es familiar es "menester", en el sentido aproximado de necesario: "no es menester"...

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