lunes, 22 de junio de 2020

Lástima que haya hecho a ben Liza saharahui (pro marroquí) y no bilbaino. Me acuerdo de una edición de Fetasa donde había un párrafo que luego quitaron. Ramón, en ese cuento de hadas, descubre que es bilbaíno. Borraron eso. Pero lo que dice el escudero Obregón sobre los bilbaínos, si tengo energías se lo hago decir a ben Liza en Barrio chino. De hecho, en el Acapulco, bar de Gernin en San Andrés, donde se reúnen los miembros del servicio de compañía masculino, hubo una pelea entre un bilbaíno y un canario. El bilbaíno,  con el que yo me llevaba bien, era atlético, ancho y musculoso, y se puso a faltarle a la novia de un canario que estaba allí en el bar. El canario era bajito, enteco y flaco. Pero sabía boxear como un campeón. Dejó kao al de Bilbao. Tirado en el suelo. Tuvieron que reanimarlo con amoniaco. El canario volvió a sentarse con la novia y siguió comiendo calamares fritos.
En la novela ben Liza es un gran karateca. Deja cao en tiempos antiguos a Jocobo el Cuervo, otro personaje, porque le ganó una discusión intelectual. En la novela solo tiene esa pelea. Tiene que tener otra. Defendiendo a su clienta del momento en el mismo bar Acapulco, con siete botellas de mezcal (esto es verdad) con forma de calaveras. México y la muerte.

Hoy estuve viendo la carta que Lowry escribió al editor defendiendo la integridad de Bajo el volcán. Buscaba la novela pero no la encontré.  Buscaba el cartelito en un jardín que Lowry incorporó a su novela de un modo importante. De hecho es su corazón:

¿Le gusta este jardín?
¿Por qué es suyo?
¡Expulsaremos a quienes lo destruyan!

En la página de respeto escribí algo sobre Agosta escribe. ¿Qué será de esa pequeña novela, basada en los 120 últimos días de Sodoma, de Sade, cruzada con una novelita rosa de una autora canaria de izquierda. Le corregí la novela rosa, a fondo, no me invitó a un vino, encargó a alguien importante para su presentación y cada vez que me veía me pedía favores para promocionarla. La pobre murió, y el Ayuntamiento propuso dedicarle una calle. El asunto quedó olvidado.




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