sábado, 6 de junio de 2020

Otra vez, con sus movimientos, me vuelve a hacer extraños el ordenador. La pantalla se mueve a su antojo. Ni siquiera puedo leer con tranquilidad porque la pantalla, con sus movimientos, me oculta lo que leo. Y si escribo, si me descuido, la línea de escritura también se ha desplazado. No puedo contar las aventuras del Loco en Ibrahim. Memorable ser expansivo, torbellino donde no hay vendabal y estatua de mármol donde hay tormenta.
En fin, o aviso a mi tocayo el informatico o me tomo esto como una señal de retiro espiritual, lejos del mundanal ruido. Supongo.
Además, aparte del Pedro el Loco, y poco más, los días se están volviendo espesos. A veces los ratos eróticos son agradables y me dan energía limpia. Otras veces son mecánicos, rutinarios, y acrecientan lo grasiento del ánimo. En fin, días de compás de espera. Días de retiro de esta pantalla. Supongo que será para mejorar las grietas, las deficiencias, o por lo menos para romper la rutina morbosamente tirana.

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