jueves, 18 de noviembre de 2021

antes del eclipse de luna

 Pollo grave en dos sitios. En uno porque tardaban en servirnos. Entró en furia y tiró al suelo los platos. No sé de dónde saqué energía e ingenio para calmar al camarero y sacarla de allí. Luego, tonto de mí, fuimos a otro sitio. Nos sentamos. El camarero dijo que la mesa estaba reservada. Otra vez furia malaya y platos rotos. Otra vez sacarla del lugar sin darle opción a que siguiera gritando. En un banco público comenzó a insultar a dos mujeres que pasaban, por mirarla. Le pegué un tortazo en la boca y otro, sin contemplaciones, en un  muslo. Se calmó.

--Yo no tengo miedo como tú.

--Yo no tengo miedo de mí sino por ti. 

Cuando subimos en la guagua para venir a mi casa, temí nueva bronca cuando el chófer le dijo que se subiera la mascarilla. Milagrosamente no protestó. En mi casa estuvimos toda la tarde, con la única interrupción de Nicolás pegando la nariz al cristal de la ventana. Salí a la puerta a preguntarle qué quería. Luego por la noche me dice que él no sabía que yo estaba acompañado. No, y por eso cuando nos viste llegar te apartaste de tu ventana de vigía para que no te viéramos. Menos mal que estoy practicando el taoísmo. Cuando no lo practiqué fue antier con el chachán del barrio. Su comentario me sentó como una patada. 

--Desde mi ventana lo veo todo. Veo a las putitas que entran en tu casa.

No tenía que haberle ni contestado. En todo caso meterle una botella en la boca y que se comiera los cristales. No ha vuelto a aparecer por Ibrahim.

Mañana luna llena y eclipse.  

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