miércoles, 4 de noviembre de 2009

Digo que la poesía es estremecedora y terrorífica porque últimamente no veo más allá de mis narices, y la única poesía que veo últimamente es la dama de negro. Puro poema de la voluntad del pueblo. Ayer me llamó de nuevo por la noche. Dijo que estaba de incógnito en Tenerife y que quería verme otra vez. Yo encantado, es tan bella, tan hermosa la ruina. En el hotel estaba registrada como C. P. Llegué, subí a un primer piso y entré en la habitación. La señora de alcurnia fue honesta. Me informó de que habían pillado in fraganti al ente que me arregló la deuda y que la cosa volvía a estar como antes. Me informó de que sólo podían embargarme el 30 por ciento de seiscientos euros, y me aconsejó sacar todo lo que tenía en el banco, para evitar el embargo, y que no me preocupara, que en la cárcel no me iban a meter. Pasé la noche con ella, no soy un hombre rencoroso. A la mañana siguiente, rechacé otra vez el cheque y le dije que me dijera un número para jugar a los ciegos. No sé, creo que tiene algo de bruja esa señora, y tal vez acierte. El dinero llama dinero.

Salí del hotel y ya bajaba por la calle del Castillo cuando llamó al móvil el poeta Orlando Cova, para resolver un negocio pendiente. Él estaba en la plaza España, viendo el chorro, extasiado. La verdad, tiene su cosa ese chorro. Luego fuimos juntos a San Andrés en la guagua. Palique normal, el mismo de siempre. A veces tengo la sensación de que el amigo está sordo y no oye lo que uno dice, pero bueno, yo también estoy sordo. En la guagua no seantamos en la parte de atrás, yo al lado de una chica no sé si de Mozambique o brasileña. Leía un premio Planeta, una novela titulada En la noche no hay caminos. Belleza azabache, voz encantadora, con una sonrisa que la recibes y ya no importan las penas mundanas. Me dijo que tenía en la casa todos los premios Planeta, y quería leerlos todos para aprender bien el español. Me acordé de lo que decía ayer mi amigo, vecino de blog y compañero de radio José María Lizundia sobre los premios Nóbel y los premios Planeta. En las antípodas uno de otro. Como Anghel Morales y José María en los terreros políticos. Como El fulgor del barranco y Nadie contó los días exactos . Como... "Oh amigo --pensé decirle a Orlando--, no lo tomes a mal si te abandono para seguir las huellas de otra grata compañía". La bella mujer se apeó en La Dársena pero no me invitó a seguir sus huellas.

Nosotros nos apeamos en San Andrés, hablando de la presentación en el Ateneo de La Laguna este lunes que viene. Su novela y la de Juan Royo. La cosa animó un poco más la conversación. Una de antes de la guerra, otra de después, una con un godo, otra con un moro, etc.

2 comentarios:

Jesús Castellano dijo...

La presentación de las novelas en el Ateneo el lunes 9, está desconvocada. ¿Motivos?: miles y enredados.

campanilla dijo...

¡Vaya por Dios! ya estaba yo animada para escucharle personalmente... en fin, ya nos comentará a qué día la trasladan.