martes, 24 de noviembre de 2009

Viva la vida

A veces subir pa la radio es un rollo cuesta arriba... ya me lo decía Víctor Ramírez, "Habrá días que no tengas ganas, pero no dejes esto, porque esto es importante"... Bueno, supongo que sí, aunque esos días de marra uno no esté inspirado ni para elegir un poema ajeno... Menos mal que Juan Royo y Lizundia dieron cancha, porque Ramón se dedicó a hacer fotos... ¿pa qué?... pa tenerlas en archivo... esta gente del Sur son archivadores natos... aparte de pelearse entre ellos, archivan toda clase de cosas... Al final, entre tantos novelistas, entre tantos poetas, entre tantos teóricos de la política (los canarios, lo reconozco, no son tan ilustrados como los vascongados), comiéndose el terreno unos a otros, los que van a quedar en la historia literaria de este tiempo serán los archivadores del Sur. Y esto lo digo porque esta vez en vez de posprograma hubo viaje al salón noble del Cabildo, y Lizundia se lo perdió que no quiso ir... Allí estaban Agustín Pacheco y Anghel Morales con su camiseta verde carmesí... a un extremo de la mesa principal, el cónsul de Argentina, un hombre muy correcto, y al otro extremo, Jerez, que hizo una buena presentación del libro de la argentina de la que ya conozco aventuras por el camino largo de La Laguna pero no recuerdo su nombre... Anghel dice que su novela es una amalgama de El pintor asesino y Agosta escribe, y me dieron ganas de pegarle un macanazo, pero el salón noble está poblado con las pinturas del gomero pintor, así que a portarse noblemente... y en el centro de la mesa el gran censurador... Y luego, con Agustín y Juan Royo en la calle esa que sube de la plaza España (hay varias, pues una) me entero de quién manda en la literatura de las islas, por lo menos de Tenerife... Mano, yo me mando a mudar... si quienes mandan son esos/as, a mí que me borren... Nadie como Juan podría contar lo que pasó en la primera casa de comida adonde fuimos... el hombre quedó tan corrido, que nos volvió a invitar a otra de enfrente... Nos jartamos los tres, de buen vino y buenos platos gaditanos y buena conversación... Luego ellos se fueron al tranvía y yo cogí el coche, con gasolina en la reserva, y pa San Andrés... todos los semáforos en rojo... Tres llamadas de Beba en el móvil... pos nada, a ver qué quiere Beba...
En el Monterrey: Chani, Beba, Pedro, Bea, Pakito... Ambiente de Roberto Arlt cruzado con Bukowski, autores que andaban con gente con la que tenías que cuidar la cartera (no me refiero a Hacienda ni a Justicia), porque esa gente no tenía otra cosa pero tenía la palabra, y sólo los judíos saben el valor de la palabra... Pero el valor de la palabra es para llorar, o para reír, en unas islas donde son botarates esos/as que dominan el tinglado de lo que llaman cultura...
En el programa, Lizundia se reía cada vez que nombraba a Dulce Xerach... El autor del Diario de un abogado mundano y vecino de blog no sabe adónde puede llegar una mujer... importa poco de donde haya salido, lo que interesa es adónde puede llegar...
En fin, Chani en el Monterrey que vengo que me voy...
--Jesús, la verdad es amiga de la mentira...
--Y la suerte y la muerte andan juntas --dijo Fernin.
--Bylli Jhon se cortó un dedo / en el aserradero / y ya no puede tocar el violín --canta Pedro.
--Estoy solito, hecho polvo, y no vienes a preguntar por mí... eres un traidor --dice Chani.
--Yo sé que en la empresa tengo fama de borracho... ni yo soy encargado de nadie, ni quiero que nadie se encargue de mí... pero un día me cogen medio colocado... Ya el nota se estaba tomando el caso al vacilón, pero es un alcahuete, porque el que dice las cosas por detrás es un alcahuete... Mira, Fernandito, te voy a decir una cosa, yo he sido el hombre más feliz del mundo sin tener nada en los bolsillos...
--En este mundo, para ser feliz no hace falta ser poderoso ni mucho menos...
Y cuando cerró el Monterrey, fuimos al Castillo. Inenarrable. El bar Castillo es cada día más un lugar de cine, la literatura no tiene nada que hacer allí dentro.

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