martes, 3 de noviembre de 2009

"Palimpsesto" es una palabra clave en el primer libro, o mejor dicho, cuadernillo que me publicaron, en 1982, Proserpina... "Palimpsestos de la historia común", escribí en ese poemario de una época surrealista. Hoy el surrealismo, aunque ha muerto en la literatura, reina en la vida. Mi amigo Lizundia me ha recordado hoy esa palabra. Lo leí en su blog después de un programa que sí, pero se puede mejorar. Yo llegué cansado y no estuve muy fino para sacarles a los sabios lo mejor de sí mismos.
--Estaba acertado lo que tú planteabas --dijo Marcelino, mientras íbamos al parque a ver el partido Milan-Real Madrid--, pero ninguno quiso entrar al trapo. Incluso Lizundia se refugió en lo que dicen los técnicos...
No, ninguno quiso entrar al trapo... En fin, librarme del puteo de Hacienda me costó energías y tuve que pagarlas. Encefalograma plano.
Ahora estoy con la mente en el evento del Ateneo de La Laguna el próximo día 9. Y en una reflexión sobre la poesía. Hay gestos de Orlando Cova, el llamado poeta palestino, que me recuerdan a Essenin, el poeta ruso que fue amante de Isadora Duncan. "Mis padres no creen en mis versos /, piensan que pierdo el tiempo, / pero serían capaces / de clavarle un rastrillo / a cualquiera que haga daño a su hijo" (traducción libre), y no sé, leyendo la última entrega en el blog de lizundia, me da por sentir que la poesía es estremecedora y terrorífica o no es.

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