sábado, 6 de febrero de 2010

sin luz azul en la mañana

El pueblo está con una capa
puesta de sombra espesa,
como si hubiese perdido la fe
y ni los perros ladrán y muere
ya el agua de la tormenta
en los barrancos.

Tambalea cuando dobla el castillo
el poeta Orlando, ninguna editorial
le abre la puerta y escribe
sin ganas sus versos el poeta.
Su antiguo discípulo, su ex amigo del alma,
tiene un nuevo libro, fresco,
y da recitales en Madrid y él se pudre
sin dinero, buscando a un primo
que le pague el chinchón de la mañana.

Y a mediodía, va a comprar el pan
una vecina que parece un cadáver,
y los clientes del bar de Manolo
tienen las cabezas agachadas
y José Juan no vende el pescado
y su mirar al cielo es un poema.

Tarde, tocan las campana de la iglesia
llamando a una misa, ni una beata,
la iglesia vacía y el santo como si ya estuviese
harto y quisiera irse a cualquier lugar
lejos de aquí.

Y por la noche, ni una falsa alegría
merodea los bares, y las máquinas
descansan, y las teles y las murgas y los partidos
y ni el mar se oye y nada suena
ni con alegría ni con tristeza.

Hay más días que lentejas,
dice el sabio de los refranes.
Con suerte, mañana será otro día.

2 comentarios:

campanilla dijo...

Simplemente maravilloso el poema. Ojalá que el nuevo día traiga la luz azul y la alegría al Pueblo.

Ramón Herar dijo...

Completamente de acuerdo con Campanilla, a pesar de la poca misericordia que ha tenido su reino con el Tete, ja ja