domingo, 27 de septiembre de 2020

 Sigo leyendo Más allá de tu ausencia. Ana María es muy buena narradora. Va al grano y se detiene en los detalles relevantes. No cansa. Uno sigue la historia  como cuando navegué en canoa por el río Sella, como una seda la nao deslizándose sobre las aguas, como mis ojos deslizándose por las páginas. A veces, cuando abro el libro, imagino que estoy abriendo las rodillas de la autora. Eso me pone melancólico. Imaginar una situación amena y no tenerla, es como tener trompo y no tener hilo para ponerlo a bailar. El trompo es el libro, y baila solo. 

Carolina es el nombre de la protagonista y narradora. A los quince años se apasiona con un empleado de su abuelo, quien tiene la patria potestad sobre su nieta huérfana. Es un episodio que recuerda al amante de Lady Chatterley, pero Julio, el cuidador de caballos del abuelo de Carolina, poco tiene que ver con el célebre amante. Es timorato. Es ella quien entra en su cuarto y lo desnuda, y cuando el tabobo comienza a responder como hombre, el abuelo está en la puerta, cortando el vacilón. Consecuencia: el cuidador de caballos es despedido, y también es despedido de la novela. No creo que vuelva a salir. Pero nunca se sabe. Y la joven Carolina es internada en un colegio de monjas en Madrid. Allí conoce a Amparo. El lector se da cuenta enseguida que los besos de Amparo van más allá de la normal amistad. Carolina se dará cuenta más tarde. Cuando, después de ver a su ex marido con otra, regresa a casa aturdida y borracha. Amparo la acompaña. Es quien la desnuda y besa sus pechos y succiona sus pezones. Por ahí voy, por esa página. ¿Tendrá más papel o será esporádico la aventura italiana, el dibujante italiano? Ya veré si Amparo sigue besando a Carolina como el dibujante italiano en su momento, desde los cabellos hasta los pies.


Domingo sin más gloria. Bajé a la rambla, poca gente, almorcé en un sitio que no creo que vuelva. No estaba mala mala la comida, pero parecía forraje. Quitar el hambre y adiós.

Me dice la autora que soy un exagerado. Yo le digo que me quedo corto. La isla es pequeña y cuánta distancia nos separa. Además, pensando en Lady Chatterley, si soy objetivo, el cuerpo lo tengo más como el marido que como el amante. ¿Solución? Tenerla a tiro, asaltarla y olvidarme de mi estado calamitoso y resucitar. Habrá que verlo.



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