viernes, 5 de marzo de 2021

 Le dejé a Nicolás El negro. De vez en cuando viene a preguntarme que hay de verdad y que no en esa novela. Lo está intrigando y eso está bien. Sólo me ha hecho una crítica. Que suceda en Gijón, no es como si nombrara Los Gladiolos o La Cuesta Piedra, lugares que él conoce. Defecto mío que he procurado corregir en Vertical, describir los lugares, dibujar el espacio. Sin que el dibujo moleste el movimiento.

Una persona amiga me manda todos los días un fragmento de la obra que tiene entre manos. Está dotada con la atmósfera de los libros de la Biblia. No se pueden tomar al pie de la letra, sino como alegoría de lo que está sucediendo aquí en lo que se no ve a simple vista.

Casi he cambiado el día por la noche. Soñé que en esta casa vivía con mi mujer, y mi amiga venía a refugiarse. La llevé a la habitación de arriba. Para que se acomodase allí. Apareció alguien diciéndole una barrabasada, y fui a llamarle la atención y desapareció atravesando una pared. Era un fantasma. Luego apareció otro cubierto con una gabardina. Le quité la gabardina y no había nadie. Mi mujer se convirtió en mi madre. Subió arriba y largó con decisión a los demás fantasmas. Pobres diablos asustados. Me acuerdo de ese sueño. Y me acuerdo de otro donde HH estaba con la que fue su mujer y mi amiga, y me llamó la atención que sus ojos tenían cejas postizas, largas, llamativas.

En fin, sueños. Dejo abierta una película de Bergman, El demonio nos gobierna. También contiene un sueño. Esos tentáculos que se ríen de nosotros. 

No hay comentarios: