jueves, 25 de marzo de 2021

la tranquilidad de la rata

 Está convencida de que Santa Cruz de Tenerife es la verdadera Jerusalén, antigua ciudad de piedra negra y ladrillo rojo hoy sepultada por la ciudad actual, y que allí abajo hay minas  de oro. Todos los días me manda un fragmento de su obra. Casi ya estoy empapado de ella, de su obra, como San Pablo fue empapado por la luz de Cristo. En cierto modo, o de un modo muy serio, su telurio narrativo está, a mi ver, relacionado con el de Ignacio Gaspar. Ambos dan testimonio de un mundo que está más allá de las cortinas de las apariencias. (Cita de autoridad) recurro a Einstein; "El mundo tal como lo conocemos es sólo apariencia, pero una apariencia insistente". 

A veces ocurren cosas que no ocurren todos los días. Ibra deja entrar a comer en el pasillo que va del bar a la asociación de mayores, ahí ha puesto una mesa, pasillo ventilado, y tiene la máquina encendida, la máquina de jugar. Ayer metí un euro, cinco jugadas a simple. La tres primeras, nada. A la cuarta, sentí que algo me pisaba los pies. Era una rata. Había salido de detrás de la máquina por un lado y volvió a esconderse por el otro lado; mientras me pisaba los pies salía un premio menor: tres naranjas. Volví a jugar y volvió a pasar la rata, esta vez sin pisarme los pies. Tres racimos de uvas azules. Aparté los pies de la máquina y volví a jugar y volvió a pasar el animal, y otra vez a esconderse. Tres campanas. 

--Ibra, siento decírtelo pero aquí tienes una rata, dando vueltas a la máquina.

--Esa no es de aquí, Esa vino de fuera. Lo que quiere es salir. Échate patrás pa qué veas.

Me eché patrás mientras la máquina daba un bono. La rata volvió a salir y esta vez no volvió a esconderse, sino que salió al pasillo, e Ibrahim detrás, mientras yo subía a bonos. Otro premio, de ocho euros esta vez.

--Ya se fue.

Dejé de jugar. 

A veces los textos son largos. Me ocupan todo el día. Me familiarizo con la Biblia y recuerdo los tiempos cuando iba con mis amigos Víctor y Aureliano, del instituto, a tomar el té a la casa del pastor, un gallego, de la iglesia protestante detrás del hotel Bruja. Más historias tiene ese calle sin salida. Otro día.

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