martes, 9 de marzo de 2021

más sueños

 bocadillo de arroz con leche

ayudo a bajar un peldaño al tullido de los secuestradores

mujer quemada atada a un árbol

merlín conferencia sobre goethe donde delata sin nombrarme mi mala acción

lo que me preocupa en el secuestro es perder el cuaderno

el dinero que saco en el cajero lo guardo en el bolsillo no en la cartera

merlín se enfada con unos empleados que lo tratan mal cuando va a recoger un sobre

los dos mil euros, los que yo devolví, que le dio a uno de la mesa de la conferencia, está en manos de los secuestradores

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Estas son las notas que escribí sobre un sueño nada más despertar. Me ayudarán a recordarlo, más o menos.

Estaba en Oviedo invitado por Merlín, crítico literario. Salimos de su casa y se acercó a una tienda a recoger un sobre, cosa que hacía todos los días. Un empleado lo trata mal y se enfada con él, en plan "usted no sabe con quién está hablando". Recorremos el centro de Oviedo, que no se parece en nada al Oviedo real. Grandes edificios de piedra y plazas y calles que forman un laberinto. En el suelo sobre la acera descubro que debajo de unas hojas de periódico hay dos mil euros, dos billetes. Sospecho que alguien los dejó allí para que otro los recogiera. Un negocio sucio. A Merlín no le parece bien que yo me guarde los billetes. (Antes había yo pasado por un cajero y saqué bastante dinero, que metí en el bolsillo del pantalón, no en la cartera.) Merlín tenía que dar una conferencia y preferí no ir sino dar una vuelta por ese centro de la ciudad. Me costó dar con una tasca, pero no me sirvieron nada y me fui. Hallé como pude la sala de conferencias y entré. Merlín hablaba de Goethe y al verme cambió de tema. Se puso a recriminar a alguien que se había apropiado de dos mil euros que no eran suyos. Se dirigía a mí sin nombrarme. Me tocó el orgullo. Me levanté, justifiqué haber cogido aquel dinero y lo dejé en la mesa. Uno de los que lo acompañaba recogió los billetes. Yo llevaba un cuaderno donde escribía lo que me sucedía. Salí solo del centro de la ciudad, y esta vez sí era el Oviedo que recuerdo, los alrededores. Una calle de La Tenderina estaba llena de bares y comercios. Entré en uno. El dueño vendía bocadillos de arroz con leche. Cosa rara pero era comida. Como tenía hambre pedí uno sin darme cuenta que una señora estaba delante de mí. El dueño y ella me recriminaron. El dueño llamó a unos muchachos que me obligaron a ir con ellos, temía por mi suerte pero me comporté tranquilo. Sus amenazas no eran nada graciosas. En un lugar, una mujer joven, que también tenían a su merced, lloraba: "Por favor, no me maten". Más tarde, en otro lugar, esa mujer, asesinada, estaba atada al tronco de un árbol, verde el tronco y verde su cuerpo, un verde claro, casi transparente. En otro lugar encontraron a unos compinches, y uno era el que había recogido los dos mil euros en la mesa de la conferencia. En otro lugar, ayudé a uno, que era tullido, a bajar unos escalones, no por piedad sino porque consideré que tal vez esa acción podía jugar en mi favor.

Cuando desperté, quise seguir durmiendo, a ver si encontraba el cuaderno, pues lo había perdido. No pude. Desperté del todo.


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