miércoles, 31 de marzo de 2021

preparando viaje a Oria

 La noche pasada velada con Gallo de Tierra. Hombre calvo, no de mucha estatura y bien proporcionado. Se fue a la cinco y pico de la madrugada. Lo acompañé a lo que llamamos El Mirador, parking-explanada sobre el barranco, sobre la cueva que habita El Cueva, con cabras, hurones... Gallo es buen narrador, más tirando al Samuel Becket (estilo elemental, sin titubeos ni adornos) que a Joyce. Por encima del Mirador, mientras Gallo desaparcaba, nubes se abrían a lo largo del cielo.

--Esta noche tienes para escribir una novela.

Sí, una novela me contó, sin desperdicios. Una novela de vidas cruzadas, con personajes femeninos importantes, de cuento de hadas: hay una reina, hay una bruja y hay una cenicienta. Y además novela ilustrada, con imágenes de su móvil. Ayudaban, y tanto, a ver a los personajes. A través de las fotos se veía el tesón y el coraje de la reina, vencedora de dificultades; los manejos ladinos de la bruja, y la tristeza de cenicienta. A mitad de la velada, fui al patio y traje el cuadro que estoy reinventando. Lo colgué en la pared de la sala. Gallo le hizo una foto magnífica.

El cuadro tiene su historia. Lo pinté en el patio, con la modelo delante. Se lo llevó. Varios meses lo tuvo en su casa, en el salón de su casa. Pero más que a ella, me dijo que había pintado a una familiar enemiga. Ver a su enemiga en el cuadro la perturbaba y acabó regresándolo a esta casa. La antigua figura desapareció. Oculté la cara con otra cara, con una pequeña escultura de goma, una cara de una africana que tenía en la pared. Y el telón de fondo lo simplifiqué al máximo. Domina el blanco. La figura actual es blanca. Creo que ha adquirido lo que Dani Aranda dijo que le faltaba. Ahora le falta --creo-- blanco de plata sobre el blanco de cobre.

Comienzo a leer el libro de Pepe Varos, el libro del prólogo erróneo. Tiene varias partes, cada una se inicia con cita de un poeta árabe andaluz. Versos estos de miradas cotidianas que, a primera vista, me recordaron a los de Karmelo C Iribarren.

 Hay poemas que parecen surrealistas pero que el verso final los aclara, da comprensión a los anteriores. Seguiré leyendo. Cada poema lo inicia una prosa poética que lo sitúa en un determinado acontecimiento. Oria es la ciudad Tótem. Antes de seguir leyendo habrá que ir a Oria.  

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