martes, 26 de enero de 2010

El vecino (microficción)

yo tenía una polla inglesa,
la quería para matar
y un martes de carnaval
ameneció la polla tiesa.
(mi padre)

--Reconozcalo, es usted un posmoderno y un progreindependentista --me dijo el vecino.

Me quedé callado. Me han llamado muchas cosas en esta derrota de la vida. Mi hermana, tarambana. Juan Royo, animalito. Mi cuñado, que soy un mago sin honra y sin fortuna. Y Marcelino el oyente me llamó pájaro de cuentas (el pájaro tenía un nombre pero ahora no me acuerdo), y en bar Castillo me llamaban escritor. Al principio refunfuñaba. Buscaba la manera de ponerme en mi sitio, pero mi sitio era el que ellos decían, y como la verdad no ofende...

Sé que el vecino me tiene estima y exageró queriendo darme ánimos. Reconocer que soy un escritor ignorante, tarambana y sin fortuna no es un trago muy dulce. Pero qué diablos, me introspeccioné, ¿por qué el vecino no va a tener razón, él también? Los otros siempre tienen razón.

Hasta que el vecino me dijo eso, nada bonito veía en mí. Así que empecé a animarme. Bajé la botella que tengo encima del aparador de la cocina, la llevé a la mesa del patio y me senté y la abrí. A cada trago me repetía a mí mismo:

--Soy un posmoderno y un progreindependentista.

Creo que lo repetí más de cien veces. Acabé auténticamente animado. Cuando vacié la botella, le dije a mi padre que bajaba un rato al Castillo.

--Anoche dejaste las caballas en el pollo, y se llenó de cucarachas. A ver si tienes cuidado, y ten cuidado con el Castillo, no vayan a dejar de llamate escritor y te llamen pollatiesa. Oye, Marcelino dijo que iba a ayudar a plantar la papas...

Bajé al bar y aquello estaba a tope, la parroquia al completo. El Fatiga con lo mismo de siempre: "Saliste de chirona". Cristo con su sodoku. Alberto con sus historias de cuando hizo la mili en El Escorial. Chani insistiendo para hablar con Dios. Fufo quitándome una telarañas que llevaba pegada a la manga derecha del chaleco...

--¿Lo de siempre, escritor? --preguntó Jonay.

--Escritor posmoderno y progreindependentista.

Todos se quedaron callados. Y desde ese día, me miran con más respeto. No hay nada en este mundo como tener un buen vecino. Y además jugué a la máquina Tijuana y me saqúé ochenta euros. Día de suerte, me encontré conmigo mismo,

2 comentarios:

Juan Royo dijo...

Genial. Juan Royo

quico dijo...

un placer leerte Jesus.