sábado, 16 de enero de 2010

traiciones amistosas

A veces recurro a esto pa descansar de las galeras a las que me ha sometido Anghel Morales, la escritura de una novela de adulterio. Como si fuéramos pocos, ahora también pare el burro. La moraleja de esa basurita es que es licito que una enemiga te levante al novio. Y en no pocas ocasiones, si la enemiga triunfa, terminas alegrándote de que te has liberado de un peso y que la otra está cargando con la joya de la corona. Victorias pírricas que llaman, o guerras donde quien pierde termina ganando. Pero cuando es una amiga, una ente que te ríe las gracias, quien a la sordina te está engatusando al maromo, y el maromo abobado porque no le amarga el dulce... En este caso, la novela con tema de adulterio se vuelve una comedia, aunque a la princesa del cuento le siente como un tiro. Como la razón ocupa el lugar que ocupa, no pocas veces es vencida, es la voluntad del pueblo, por los envates de la líbido. Pero en este caso la lagarta, hipócrita amiga, no pretende quedarse con el maromo, sino disfrutarlo y que su novia o mujer le aguante la pelma. Si la princesa no descubre la fea jugada, entonces nada, princesa burlada y se acabó. Pero lo normal es que lo descubra. Todo se sabe tarde o temprano. Entonces... podría dar una solución narrativa made in Corín Tellado, no en vano leí, cuando adolescente, una maleta llena de novelitas de Corín Tellado. Por fortuna, el trabajo hoy publicado en El Día, el premio a Eligio Hernández, me hace pensar en una transformación del rosa al gris. Gris intelectualoide. Milagros del lenguaje jurídico. "Proceso penal instruido ... ejercicio de la discrepancia ... situaciones concurrentes ... calificación jurídica de los hechos ... módulos de adecuación social ... incidencias procesales ... presunción de inocencia ...". En fin, aunque Marcelino dice que no, que basta la idea y lo que cuentas (parece mentira que diga eso un maestro del estilo narrativo) y no el modo de contarlo, el estilo es el hombre, como ya se ha dicho. Sí, el estilo es el hombre, y el estilo de los pedros de Tenerife (salvo el jugador del Barcelona) está haciendo aguas. Pedro, el del Monterrey, hospitalizado. Este pueblo de San Andrés no sólo está fichado de arriba abajo, sino que muchos, si no acaban en la cárcel, terminan en el hospital. Y no sé qué diablos tiene que ver esto con la novelita de adulterio (tendré que releer Madame Bovary (o Bobary, no sé), para no pretender descubrir la pólvora. La misma pólvora que descubre El Día en sus editoriales, que los naturales de Las Palmas ayudaron en la conquista de Tenerife. Se olvida de los guanches del Sur, de Güímar y demás, pero eso es otra historia, no sé si con amigo o amiga zorro o zorra, que se cree más listo que tú, pero eso, sí, es otra historia.

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