martes, 12 de marzo de 2019

Día hoy frustrado por la mañana y extraño por la tarde. Me levanto a la seis y voy caminando hasta el Muelle Norte, a coger la guagua de San Andrés. A las ocho abre allí la oficina de correos. Me mandan un certificado sobre la pensión, ya me toca. Mi hermana me dejó el aviso ayer. Lo de tener un poco más de dinero es una pequeña alegría. Esta casa necesita arreglos que la hagan un poco más habitable. Y ver nacer el día, también ayuda, anima.
Veo a Chani en su ventana.
--Suele abrir a las y cinco... Mi padre malo, ya no se levanta... pero hoy no voy, ayer comí conejo y me sentó mal, estoy malo...
A las y cinco no. A las y diez es cuando abre.
--El plazo se cumplió ayer y ya lo devolvimos.
Qué bien. Sin mediar más tiempo regreso a la ciudad, y al barrio. Ibrahim está abierto. No hace frío. Hoy no llegó el aire que escupe el barranco. Pero el día es como plomo. Sin certificado.

Por la media tarde, cuando estoy en el sillón, mirando el techo, sin ganas de hacer nada, una llamada de una compañera del club. Pregunta si podemos quedar porque me va a proponer algo.
--Cuando nos veamos te lo digo. ¿Puedes quedar hoy?
Hoy hubiera quedado hasta con una demonio chupasangre y descuartizadora. El tedio es así. Me baño para ir limpio, me friego los dientes que me quedan, mastico algo para no estar hambriento y voy a la cita. En resumen, quiere que le haga un retrato. Quiere saber cuánto cobro. No sé. Primero le advierto que yo soy un aficionado, insistente pero aficionado. Y lo del retrato, si me sale algún parecido es por casualidad, como al burro flautista. Sonríe. Pero insiste.
--Puede ser un mal retrato, pero será un cuadro tuyo, y eso es lo importante.
Señor mío, dios de la vida, ¿me estará haciendo una declaración de amor? No lo sé, por lo menos de admiración sí.
--Vale, yo compro los materiales necesarios --hasta ahí puedo llegar honestamente, en cuestión monetaria--  y luego me los abonas.
--Tu trabajo también vale.
--Ya veremos... ¿Puede ser en tu casa?
Es porque así salgo yo de la mía, porque ya si no hay un motivo me encajono aquí dentro y no salgo.
Pero no. En la suya hay marido, hijos, no sé si nietos, y estarían estorbando. Pues nada. En mi casa entonces. Y un día a la semana.

Seguramente escribiré sobre este caso si hay desarrollo. Para mí, inaudito. Ella sólo puede estar un día a la semana, porque los otros, aparte de club de lectura, tiene clase de inglés, yoga y no sé qué más. Acepta el sábado. El día en que tengo la casa un poco más limpia de lo normal.
En fin, suerte o no suerte. Ya veré. 

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