viernes, 8 de marzo de 2019

Soy esquizofrénico. Sabía que tenía varias almas en el cuerpo (eso está en Telarañas: un yo con cinco personalidades enfrentadas unas con otras). La novela quedó frustrada porque cinco es mucho para mi capacidad intelectual. En realidad siempre son dos las importantes, la esquizofrenia es eso. Dos personalidades opuestas. Hasta el momento iban juntas, mordiéndose, jodiéndose una a la otra. Eso debilita. Ahora están separadas. Una tiene un tiempo y otra otro. La civilizada y la salvaje. La culpa viene cuando uno no se acepta a sí mismo. Entonces las dos partes se enfrentan y te debilitan. Pero cuando no se enfrentan, sino que cada una deja vivir a la otra, entonces te fortaleces. Por un lado y por el otro. Lástima haberlo descubierto tan tarde. En fin, el yo que se lamenta lo dejo para cuando ensueño. El otro yo, el que no se lamenta, es el que procuro que me acompañe cuando estoy despierto. Debería ser al revés si pienso en el éxito social. ¡Éxito social! El éxito social te lo regalo. Se lo regalo a mi antiguo amigo Alberto Linares, a ver si lo logra y yo lo celebro en la lejanía. Y no quiero nombrar más amigos que ya se fueron de la amistad. Adiós muy buenas. Y que Dios reparta suerte. Ni siquiera yo soy amigo de mí mismo. Y eso está bien. Toda la vida intentando serlo. Ahora es el momento de dejar que los dos animales sacien su sed, cada uno por su lado.

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