sábado, 15 de junio de 2019

El jardín es primordial en Bajo el volcán. Es el mantra que recorre la sangre del libro. El Jardín destrozado es el escenario. El dolor de verlo morir las consecuencias. A un lugar opuesto al Jardín, tiran al cónsul. El fondo de un barranco infestado de perros muertos. ¿Qué le dice --horas antes-- el cónsul borracho a un perro que se cruza en su camino? Es algo cariñoso. Después, mientras cae herido de muerte al barranco, ve el Jardin del que el hombre ha sido expulsado. La caída es elevación. La perfección de la borrachera es la absoluta sobriedad del pensamiento. Este es el consuelo del libro. Pero la ausencia de amor es ausencia de amor. "No se puede vivir sin amor", le dice el amigo doctor al cónsul. Había amor en el Jardín, pero fuera ya no hay amor. La puerta está cerrada. Sólo la muerte puede abrirla.
Lowry, hacedor de tragedias.

Hoy Marcelino --que pronto se recupere de los trances molestos-- me habló de Pepe Monagas. El personaje de Las Palmas. Hacedor de comedias.

Nguyen me dio hoy el Diccionario vietnamita -- español.
Abro al azar:

tiêng neguòi xao cùa trúc  (el susurro del bambú) 

(Hoy también conocí dos expresiones que no conocía:

"Buenos mal" (podría ser de Pepe Monagas) y "que el médico te vea". Dice Marcelino que es una maldición.)






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