martes, 11 de junio de 2019

Hoy es el cumpleaños de mi hija Sibisse. Esto si puedo decir que lo escribo yo. Y mucho más podría escribir yo, si supiera las palabras exactas. Si Dios me las inspirara. Hay aciertos y errores en las zonas sagradas de nuestra vida, y contar unos u otros requiere la luz del cielo, o del infierno. La del infierno la tengo, la del cielo me falta. Podría añadir --como hizo Malcolm Lowry-- una llama más al reino de los demonios. Él lo hizo escribiendo una tragedia, cerniendo la lengua de Shakespeare, cerniendo a Shakespeare. Eso lo mató. El Diablo jugó con el autor y lo dotó de la palabra, pero a cambio desgració su vida. Cuando Lowry escribió Bajo el volcán, era joven, bebedor pero deportista, nadaba mucho en las aguas del mar junto a su casa en Canadá.

México no es cualquier cosa. Él lo supo. México le inoculó su veneno a Lowry. La palabra exacta, sin el menor descuido. El Diablo, por su parte, le hizo probar su licor, la gran novela, en su propia vida. Escribió su destino.

El escudo que vence al Diablo es la comedia. El Diablo se aparta de quienes lo hacen reír. La risa, como la luz del sol a Dráculas, lo disipa de la faz del mundo.

Lo sé hoy. 11 de junio.

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