lunes, 4 de junio de 2018

Nada está terminado. La espiral se mueve. El trabajo ahora es cuesta arriba. muy cuesta arriba. En medio, vuelvo a soñar con Afrodita. Un sueño complicado. Primero mi mujer, como si viviésemos en casa de unos tios míos, en la muralla, San Andrés. Me destroza un ordenador. No recuerdo por qué. Yo una vez destrocé una máquina de escribir, sí recuerdo por qué. Bueno, el sueño pasó de lo familiar a lo mundano. Por fuera del bar Castillo, charlábamos algunos. Afrodita venía de arriba, yo no la vi porque estaba de espaldas, medio sentado en la proa de una barca, pero cuando pasó a mi lado la quise retener, avisándola con una mano en sus muslos. Siguió de largo, otro la esperaba, en la puerta del castillo, de la fortaleza en ruinas.

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