martes, 5 de noviembre de 2019

Del recital en Las Caletillas lo mejor que me llegó, lo que recuerdo con cierta intensidad, es Beatriz Martín. Empieza a afinar su vodevil sensual, ya no son artificios del deseo sino renuncia de lo deseado. Canta para esconder la penumbra de un drama. La sensualidad de la imaginación vuela sobre un camino seco.
 En cada época la poesía busca su discurso para romper con la verborrea bienintencionada. Sin caer en el cinismo, en Beatriz, sino en la inocencia. No sé cómo decirlo, su poesía está en un lugar en que la voz de una niña de 14 años es a la vez la voz de una anciana. En medio, la penumbra, el destino humano.

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