martes, 26 de noviembre de 2019

Sigo pensando en la dialéctica Libro/Lector. Normalmente es de comunión, a menos que leas por obligación. Porque eres lector de una editorial, por ejemplo. O porque alguien te encarga que leas su manuscrito. En este caso, suele ser el autor.
Pero si no estás obligado, ¿por qué lo abandonas?
Porque la obra está poseída por el espíritu de la pesadez, fruto de la vanidad del autor.
Porque pretende ser una novela y no lo es. Cada capítulo es un cuento independiente y sin terminar.
Porque el autor cree haber descubierto la pólvora, y ¿cómo decirle que no?

No, no has descubierto la pólvora y no has sabido hilar.

Pobre autor.

Pobre de mí.

Yo soy el autor de la obra. Y el lector.

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