viernes, 16 de abril de 2021

pasando los días

 El hideputa ilumina

lo que no alumbran los santos,

te señala los defectos

y las hormas del zapato.

Te llama bola billar

si eres un poco calvo

y te pone de greñudo

si tienes el pelo largo,

la enseñanza que te da

es señalarte el futuro

sin haberlo barajado.

*

Falleció doña Olga. Siempre me llevé bien con ella, pero no volví a verla desde que Roberto, su yerno, puso distancia en una antigua amistad. Supuesto motivo: una frase de El pintor asesino en relación con Gato Gótico. El tal pintor regresa a la isla después de mucho tiempo fuera, ve una actuación de Gato Gótico y percibe lo que "hemos envejecido". Antes me había acusado de que en mis tiempos en Asturias no hice nada para que Gato Gótico fuese a Gijón a actuar en la Semana Negra. Sí hice, le di una cinta a Paco el Loco, responsable musical de la Semana, y este me dio la disculpa de que pagar un viaje desde Canarias le salía muy caro a la organización. Luego, ya distanciados, hubo algo que me molestó un poco. En tiempos de sangre caliente, entre los dos escribimos un manifiesto: manifiesto sensualista. Me molestó un escrito de Arroyo Silva donde la autoría de esa cosa decía que era de Roberto y Olga Luis. Me molestó pero no demasiado. La república de las letras está llena de historias así (El Quijote tiene algunas) pero valen como decorado, no como argumento principal. Y además, ¿qué más da de que una cosa olvidada digan que la hizo uno u otro?

Y aunque no fuese olvidada. Tenía razón el brujo: la importancia personal sólo sirve para volvernos idiotas.

Ahora con Vertical estoy en punto muerto. La obra tenía tres partes. Me di cuenta que necesitaba otra. Un relato distendido, de humor blanco a ser posible. Que funcione como la caricia que se le hacía al conejo antes del golpe de gracia. Empecé a desarrollar esa parte pero no sé cómo seguir. Espero que las musas o el Azar, esa música, me visiten.

Mientras tanto tengo que bajar a la Cruz del Señor a comprar trementina. Y a la ferretería a comprar cola de carpintero. 

La primavera me altera la sangre pero me aguanto. Además he cambiado el día por la noche, sueño cambiado. No muy recomendable para la salud. Cuídate, Jesús, que ya no eres un chaval.

Mary Cruz, la mujer de Ibrahim, me dice que ya pudo conectar con reumatología. A Ibrahim le dieron cita para el martes que viene. Me da pereza pero también yo tengo que llamar.  

Sigo Leyendo El don de Vorace. Después de la muerte del literato impotente, el viejo que besa la svástica y adora a Hitler, Dévora (la novia boba de Bernardo Vorace) le da el pésame "por la muerte de su querido maestro" y lo lleva a la cama. En la cama es más soportable, habla poco. Luego, sin más testigo que los árboles y la luna, están los dos paseando por un puente y él decide callarla para siempre, la lanza a las aguas de un río... Me queda por leer un tercio de páginas.

No hay comentarios: