domingo, 18 de julio de 2021

monos y rechazos

 El primer cuento de Injertos tiene un desenlace chabacano. El cuento pornográfico injertado en el relato de Borges La secta del Fenix es de un argumento simplón y retorcido. El Fenix es una secta sin escritura y sin rituales, y quizá un relato idiota (no traiciono a Borges) puede dar con la palabra que justifique y explique el sentido de la secta. También llamada la Secta del Secreto. El argumento del cuento porno es de dos hermanos en que uno pide ayuda al otro porque su mujer le ha perdido interés. Entonces se le ocurre dormirla, con un somnífero en el café, para que el otro la folle y él aprender cómo debe follarla y recuperar que su mujer vuelva a tenerle interés. Los personajes de  los dos hermanos están logrados (como diría Juan Royo), pero el de la mujer no. Me acuerdo ahora de otro cuento de Borges, cuyo final se lo dio su madre. Es de dos hermanos enamorados de la misma mujer. Eso crea un conflicto entre ellos. Lo resuelven matando a la mujer. Muerto el perro, se acabó la rabia. Tengo que pillar ese cuento. 

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Hoy me acordé de Juammy. Fue un dirigente destacado en las Juventudes Comunistas en los años 70. Una vez me enfadé por algo que me dijeron. Él me dijo que me enfadaba porque lo que me dijeron era verdad y yo no quería reconocerlo. Cierto. Rechazamos lo que no queremos ver en nosotros mismos. No siempre, pero en muchos casos es así. También es verdad que aceptamos lo que nos refleja. Bueno, rollos.

Estoy leyendo el Fausto de Goethe a ver qué trastada le hizo Fausto a Margarita. Se alió con Mefístófeles para conquistarla, y una vez conquistada la dejó colgada. No sé cómo. A ver si me entero. Mefistofeles es una figura opuesta a Sancho Panza pero ese diablo se parece al escudero porque los dos son un enjambre de refranes oportunos. La lectura del Fausto es un poco pesada. Dan ganas de quitarle la demasiada paja que envuelve lo que importa. Mucha retórica estorbando. Aunque puede ser que si conviertes ese libro en la única lectura de tu vida, esa retórica acabes viéndola como necesaria en su totalidad. 

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Como nadie me llama, no lo dejo todo. Aquí sigo. La casa se ha calentado. La prefiero así. De día, horas de sueño, a veces me despiertan las discusiones entre Nicolás y Miguelito. ¿Qué discutirán ahora?, me pregunto. Y en vez de levantarme y salir a la puerta, cierro los ojos y sigo durmiendo. Hoy soñé que iba con... bueno, no voy a desnudarme. Los sueños desnudan a uno, y mi carta no es ahora La Estrella. Es la del Ermitaño. El que se detiene a resolver los nudos de lo andado antes de seguir el viaje. a su espalda La Rueda de la Fortuna. La rueda del rey mono y los otros dos, haciéndola girar, a su puto capricho. Un soplo de buen juicio los ilumine.


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