Dónde estará el tercer ojo
que quiero yo ver más lejos
Intento componer una décima, pero no salen más versos, a menos que la convierta en un estruendo vulgar
y volar a tu conejo
sabiendo que está sabroso
y que sufre los antojos
de tener nuevos amores
que llenen tus interiores
con el arte más antiguo,
aquel que anhelan los niños
cuando jóvenes se vuelven
Los dos últimos versos se quedan anclados en el rechazo de las musas. Tendría que hablar de los viejos cuando recuerdan viejos tiempos, pero la rima no me sale. Además la décima no vale la pena, hay que cambiarla a partir del tercer verso
y volar a tu consejo
en el jardín de tus flores
Hay que empezar de nuevo
Dónde estarán mis amores
que los siento yo tan lejos,
dónde cantan sus consejos,
en qué jardín, con qué flores.
No siento ni los olores
de aquella danza tan bella.
El baile dejó una huella
que la memoria no olvida,
Y siguen sin salir los versos finales. Fuerte repentismo el mío. Mejor lo dejo.
Hoy perdí lo que ayer gané y vuelvo a la misma escasez
Hoy perdí en el juego
y recordé los amores
sus danzas, sus olores,
sus súplicas, sus ruegos.
Música de Samaniego,
de Iriarte y de Esopo
dame de aquel tiempo un poco
Nada, La décima no quiere salir. Qué noche esta más rara.
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