jueves, 26 de noviembre de 2020

disquisiciones

Soñé que mi mujer venía a esta casa y a mí me daba vergüenza el desorden y me puse a recoger. Las camisas al armario, los trastos inservibles a la basura... Todo recogido. En el sueño. Desperté, aparté las mantas de avión y me levanté. Todo sigue igual, y encima mala suerte en el juego. Sé que voy a perder y sigo jugando. Eso no puede ser. Todos los días me digo: esto no puede ser, aquello no puede ser... y todo sigue igual... y vuelvo a fumar. Y Wang encima, que como un moscardón me entra en la cabeza ahora, después y más tarde. Tendré que hacerle un monumento a esa chinche.

Bar Ibrahim estos días me es menos apacible. Es como si allí, en el espacio, se hubiese instalado un wang, una atmósfera no agradable. Y no sé por qué. Cuando el espacio es adverso, el tiempo en él también lo es. No son las personas. Me llevo bien con todas y participo en las bromas. Esta mañana Nené el segurita, que cuando entra bravo está repartiendo hostias (con la lengua):

--Los destrozo a los dos como le sirvas a Jesús primero que llegó después.

--No sabes tú quién es Jesús --suelta Ibra.

--Jesús se ha convertido en un hombre de cristal.

Me hizo gracia porque me acordé del licenciado Vidrieras (de la novela de Cervantes), el hombre que enloqueció y se creía de vidrio y dormía en paja para no romperse y no permitía que nadie lo tocara para que no lo rompieran; el caso es que como era de cristal las ideas entraban en él de una manera más certera y luminosa. A lo mejor tiene razón Nené, que por otra parte es un narrador excelente cuando cuenta episodios históricos de su trabajo, no como Nicolás, que si se alarga es un wang, un pesadete.

Del licenciado lo más que recuerdo, y que cuando se tercia repito ya como un abuelo cebolleta, es su respuesta cuando le preguntaron que por qué siendo tan sabio no era poeta. "No tengo esa fortuna ni esa desgracia". Fortuna --dijo-- porque ser un buen poeta es una fortuna, y desgracia porque serlo malo es una desgracia.

 Lo mejor del día ha sido la lluvia. Ha llovido bien, con pasión, sin timidez. 

Hago tiempo para bajar al cajero del banco. Todos los meses me entra la zozobra de que me dejen de abonar la pensión. Me da telele. Paranoias mías. Pero por otra parte tiene algo de deseo oculto, de que me surja un reto que me espabile. Por ahora prefiero seguir como estoy, aunque me disminuya no ganar el dinero con mi trabajo, mi arte o mi ingenio, sino que venga del Estado. Es como si me lo diese el enemigo. Abolir el Estado es una utopía que todavía conservo, aunque cada vez menos. A quienes aboliría si estuviese en mi mano sería al actual gobierno central. No veo sino mala gestión y además venidas de leyes que más que ayudar van a perjudicar. 

Por una parte comprendo lo que está sucediendo con Maradona. La necesidad de héroes hace que nos agarremos a un clavo ardiendo. Los políticos Sánchez e Iglesias hubo un momento en que tuvieron conatos de héroes, pero se desinflaron en seguida. A Iglesias porque es un robin hood al revés; engaña a los pobres para él hacerse rico. Y Sánchez porque se ha engolosinado con el poder y no quiere ceder ni un mm y además a su manera es un corrupto. No incumple la ley pero la aprovecha en su beneficio.

Joder, ahora me ha dado la manía de hablar de mí. Buf. Bueno, es bueno también hablar de uno mismo de vez en cuando. Te ayuda a situarte, a saber dónde estás y qué estás haciendo, cómo estás llevando el tinglado. Mal.

Las cinco pasadas. A ver cómo estoy yo si llama Sita. En fin, a ver si me arreglo como un hombre. Baño con agua fría del doctor boliviano, ropa limpia y al cajero. A ver si es verdad. El temor es que llame Sita y me coja en baja forma. Bueno, si me coje en baja forma me coje en baja forma. Elemental, Chito.

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