sábado, 28 de noviembre de 2020

Una sombra charquera

 Sueño que vuelvo loco a Pablo Iglesias con una estratagema de enemigo político, y le hago perder la confianza y la alianza de Pedro Sánchez. Trunco su carrera política. E Irene Montero se vuelve loca. Regenta un kiosco de golosinas (situado donde en realidad está el torreón de la luz en la calle que baja a la plaza toros). Enfadada, frustrada, porque sabe que quien va a comprar a ese kiosco, situado en el torreón de la luz, es el maldito culpable de la desgracia de Pablo, su marido, y por consiguiente de la de ella. Con desprecio me da ochocientos euros para que compre ciegos y lotería. Comprarlos, entre una cosa y otra, tiene sus dificultades. ·300 euros de ciego en un puesto y la lotería en otro. En principio me dicen que no hay, lotería (en el puesto de la calle Salamanca esquina con la que baja a la plaza toros). Un policía de paisano me pide el carnet. Llevo encima el caducado. Me reconoce mientras rebusco en la cartera.

--Disculpe, señor don Pablo, perdone por molestarlo.

Ahora soy yo Pablo Iglesias. El lotero entonces  no tiene ningún inconveniente en facilitarme los 500 euros en lotería, y entre los nervios que pasé veo que he roto el billete de 500 en cinco o seis pedazos. Confío en que el lotero remiende los pedazos, pero mientras espero en el cristal de la ventanilla, en vez de ordenar como en un puzzle los trozos rotos, lo que hago es romperlos más, convertirlos en viruta de papel. Pero me alivia que todo haya sido una extraña ilusión, un espejismo. Pues el billete de 500 sigue intacto en mi bolsillo. Me facilitan los números de lotería. Cuando estoy rondando la calle que va del torreón a la plaza toros, me llama bajando... el tío de Ruymán. Me enseña una carta de Irene donde me ruega o me exige que me pierda de vista, que no ande por donde ella pueda verme. El tío se retira. Lo llamo.Le pido que me dé la carta, medio folio escrito a mano y firmado. No problema. Una carta dirigida a mí es mía. 

Encuentro a una mujer ya madura pero atractiva e intento conectar con ella. Todo a su alrededor son sospechas. Sospechas de su hija antes de subir al coche rojo de su marido y partir. La señora que en un principio está encantada de invitarme a su casa, cuando nos acercamos coge miedo y me dice que no puede dejarme entrar.

Le digo que bien, pero que me permita contarle mi historia. Acepta. *Su casa, en la zona de los alemanes, casas de lujo, la bordea por un lado un amable jardín, un patio grande con plantas junto a los muros y hierba menuda en el plano cuadrangular.

Nos sentamos en dos sillas de mimbre, con posabrazos. Un albañil desde la puerta del jardín la entretiene preguntándole cosas de una obra que está haciendo en su casa, otro hombre se sube al muro, asomando la cabeza, a escuchar.

--Así no puedo contarte nada --le digo.

Por fin desaparecen el de la puerta y el del muro, pero llega una vecina amiga suya y tomando otra silla de mimbre la acerca a nosotros y se sienta.

--No te preocupes,es mi amiga de confianza, puedes hablar tranquilamente.

La amiga me reconoce.

--Pero si es Pablo Iglesias.

La señora recupera su confianza y entonces sí, me invita a entrar en su casa, a solas con ella.

(*antes de subir a su casa un beso delicioso que me permite saber que somos aptos para conocernos)

y... despierto.

Me levanto del sillón. Incluso antes de calentar el café, enciendo el ordenador. Una carta de Pamela. 

A Ignacio.

*

Carta de mi amiga Pamela (María) Álvarez a mi no sé si todavía amigo Ignacio Gaspar:


CARTA A IGNACIO.

SOMBRAS NADA MÁS

Había una canción que decía "Sombras nada más..."

Un bolero que ha aguantado el tiempo.

Una realidad.

Unas notas en la cabeza.

Para ti, Ignacio, soy un invento.

Sombras nada más.

Me llegó el rumor de que así piensas.

Que tengo un nombre,

Un lugar en tu pueblo,

Unos pensamientos en palabras pero... en la cabeza de Jesús mi inventor.

Nos hemos inventado mutuamente Jesús y yo.

Lo llevé a mi libro con otro nombre con la misma jota.

Tomé, por vaga, lo que me llegaba sin indagar de su pasado lejos. Lo cubierto no coge frío.

Pamela y María son mujeres gemelas. Pero se diferencian en una cosa muy visible: la fuerza.

María es directa, discreta, recta. 

Pamela es sombra de colores.

Lo has oído bien. No todas las sombras son pardas.

Charco del Pino es un pueblo bello por su sencillez. Ando calle arriba y calle abajo fotografiando con la mirada mi pueblo de acogida. Retengo a su gente mientras camino. Siempre escribiendo como el que toma café en la misma cafetería.

Sombras nada más, como decía el bolero.

A Jesús le hablo con el pensamiento. Ahora. Caducó la espontaneidad hace tiempo. Las canciones y las poesías en vivo se quedaron sin voces.

A veces dormía y se despejaba con estas locuras de adolescente.

La templanza que ha regresado a María.

Sin más, me despido.

Una sombra charquera.

***

Curiosa casualidad que haya soñado que Irene me haya mandado una carta en el sueño, y al despertar lo primero que veo es una carta en la realidad. Por el espacio, sé que el sueño habla de mí y de mi matrimonio, le habla al individuo; pero también le habla a la especie: Rechazamos aquello que somos, quien nos produce rechazo no es sino un reflejo de uno mismo que uno no quiere reconocer.   

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