lunes, 13 de mayo de 2019

Buzcochón

Hoy la dama del Girasol al escribirme cometió una errata, y eso que es una maniática del purismo lingüístico. Cuando yo estudiaba lingüística, se diferenciaba entre La Norma y El Sistema. La norma es lo que suele usarse, y el sistema es eso y más, las diversas posibilidades que no se usan pero pueden pasar a la norma. Las palabras "autoate" o "chinegua" no existían en el habla canaria (la norma) pero sí eran posibles en el sistema, fonetícamente admisibles por el español, y pasaron a ser parte de la norma, del uso cotidiano. ¿Cómo se originan las palabras que no existen y de repente están ahí?, hay varios motivos. Uno es la errata auditiva. El oyente oye la palabra no cómo la dice el emisor sino de una manera distinta. Y tal cómo él la ha oído, la dice es un bar. Cae en gracia el neologismo, o como se llame, y ya tenemos nueva palabra en curso.

Recuerdo un chiste viejo que me contó un gomero que vivía en Barrio Nuevo.

Este es de una criada retenía las palabras de la señora para decírselas al novio y presumir de alcurnia verbal.
--Hoy no sé qué me pasa... tengo melancolía --dijo la señora.
La criada se quedó con la palabra. Todo el día melancolía melancolía melancolía, fregando la loza, barriendo, haciendo las camas, lavando, tendiendo, melancolía melancolía...
Y por la tarde llegó el novio a buscarla. Nada más abrirle la puerta:
--Ay, hoy... --y se le olvidó la palabra.
--¿Hoy qué? --le preguntó el novio.
--Hoy... --y tenía la palabra en la punta de la lengua, pero se resistía.
--¿Hoy qué?... dime, ¿qué pasó hoy?
--Me... me... me... melancolao.
Lo que contestó el novio y lo que hizo, tendría que estar el gomero aquí para contarlo.


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