miércoles, 8 de mayo de 2019

Tendría que rescribir El jugador. Ahora juego. Y pierdo.

Hoy vi a Africa en el club. Se alegró de verme. Yo también. Si hay alguna mujer en el club con la que me agradaría mucho pasar una noche de lluvia en una cueva, es Africa. Pero pierdo en el juego y ni siquiera tengo para invitarla a cenar. Qué desgraciadito soy. Así no puedo seguir.

Uno de los pocos hombres que van por el club dijo que se había acordado de mí con un párrafo de El siglo de las luces. El párrafo me recordó a las propuestas del partido libertino en los tiempos de Calvino. Su propuesta principal era que a lo que te lleva la naturaleza no lo impida la hipocresía humana. Más o menos, sin dejar de ser cristianos, predicaban el amor libre. Estoy de acuerdo. El amor ha sido uno de los mayores engaños de la humanidad. Mejor es dejarlo libre.

Coño, no me acordé de un poeta árabe, de Córdoba, cuando Ana Hardisson, hermana de África, me propuso hacer un papel en la obra La casa de muñecas.
--Es el único hombre noble de la obra, y está enamorado secretamente...

El poeta árabe de Córdoba escribió, más o menos:

Los amores clandestinos
tienen una delicia
de la que carecen las uniones públicas,
algo así como caminar descalzo
sobre las dunas antes de amanecer.


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