sábado, 11 de enero de 2020

un día en...

Echo un chorro de lejía al balde bajo el grifo de la ducha. Con una gota hubiera sido suficiente. Le hago tres enjuagues. Pocos. Lo dejo secar en el bidet boca abajo.

No es la primera vez que me hacen meditar sobre la suciedad y la limpieza. En el término medio está la virtud (Horacio). Recuerdo también el cuento de un guineano sobre la avispa que quería hacer miel. Una abeja le enseñaba. Esta era una alumna protestona pero la abeja tenía paciencia. "Y ahora, para tener miel hay que ponerle a todo un fisco de mierda de vaca", dijo la abeja. A eso se negó la avispa, que era muy limpia y ni por cuánto se rebajaba a esa jediondada. Por eso las avispas no saben hacer miel.

El poema de Baudelaire "La carroña" también es significativo. Después lo busco; voy a ver si está seco el balde.
*

Lo llené con ropa sucia repartida por todos lados y subí la escalera del patio con el balde lleno de ropa sucia. La puse en la lavadora y la eché a andar. Bajar con la ropa seca, recogida del tendal, en el balde por esa escalera que fabricó mi tío José es complicado, hasta con las patas sanas hay que tener cuidado. Desde arriba tiré el balde al patio. El ruido al tropezar con el piso no fue agradable. Otra cosa a la lista de lo que tengo que comprar: otro balde.

Se me acabó el tabaco. A Nico el vecino ya le encargué un recado por la mañana. Tengo que ir yo, y así almuerzo allí. En Ibrahim. Pero antes tengo que bañarme y ponerme la inyección. Otra proeza. O dos. Bañarse también tiene su heroísmo. Mejor después de almorzar.

(En el dilema limpieza/suciedad también es importante el cuento La dama y el vagabundo. El perro callejero y la perra señorita.)
*

Lo peor de ir a Ibrahim es pensar que tienes que volver. Estoy mejor que ayer. Sardinas fritas con mojo verde.
--Alcánzame la salsa verde, Mary Cruz.
--¿Cómo?
--La salsa verde.
No entiende. Se la señalo con el dedo.
--Ah, eso. Eso es mojo verde, que estamos en Canarias, Jesús... Ay, Jesús, perdona...
--No, perdona tú porque lo dije mal.
Hojeo el periódico. Nada de interés. Bajo las escalinatas y vuelvo a casa. Hoy mejor que ayer, qué suerte. Ahora toca volver a subir la escalera de mi tío José y tender la ropa. Y hacer una cafetera. Lo peor de volver a casa es no tener café hecho. Suelo hacer una cafetera (la que me regaló Yeli, la mujer del vecino) y luego voy recalentando hasta que se acaba.

Apagón en la casa. Problemas con la electricidad. Intento reponerla pero se vuelve a ir. Subo y apago la lavadora. Ropa a medio lavar. Ahora parece que se mantiene la luz. Voy a ver donde tengo velas, por si acaso. Mañana es otro día.


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