jueves, 2 de enero de 2020

T y S

vistas en la comparación que hice, con ayuda de la amiga invisible de Charco del Pino, entre el adjetivo (sustantivado) DESPIERTO y el participio PERDIDO.

Tene y Sibi, los nombres familiares de mis hijas.

Ramón en Jerusalén me manda fotos y comentarios. Fue con Sita. Sita, muda.
 Yo no puedo bajar a Jerusalén. Ni a ver la tumba de Cristo, cerca de ese palacio de Herodes que es el Auditorio, ni a comprar un regalo de reyes.

Pienso en Barrio Chino, pero no en el cuento que hice --que lo doy por válido-- sino en la continuación en contrapunto, con nombres y apellidos reales, como algunos caminos.

En realidad no trabajo. Construyo con el pensamiento. Camino en sueños. En la realidad camino poco. Segunda crisis de la artritis.

Hoy hice esfuerzo y fui hasta Ibrahim, vi a la mujer lagarto e hicimos un trato para que me fuera a la compra. A Altesa fue. Me preguntó por el cuadro que hace tiempo le hice, un retrato, retocado una tarde noche con los animales. Prefiero no enseñárselo. Me da miedo que se vea en ese cuadro y que despierte y se pierda. Muchos fármacos toma.
--Y no quieres algo más?
--No, todavía no.
Me enseñó la foto de una nieta. Dios la guarde. A ella no sé si la guardará, espero que sí, como a mí, Dios no olvida a los casos perdidos.

Ya perdí todo lo que tenía que perder. Ahora queda despertar (salir de esta segunda crisis, con paciencia) y... ¿tirar a la basura lo poco que queda? No sé, sea el destino que sea, que sea para bien. Job lo tuvo más complicado.

¿Habrán hecho el camino del Calvario?

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