martes, 29 de diciembre de 2020

 Tú eres pez de aguas profundas

y yo pez de aguas termales,

cuando bailas, hermosura,

yo me salgo de mis cabales.

Si nos vemos en la hondura

tú te quitas el vestido

de brillantes escamas,

yo como voy desnudo

no podré quitarme nada.

Te ofreceré la manzana

de la mar y de los ríos,

la que despierta el amor

en todos los seis sentidos.

Saldremos de nuestras aguas

volando como cernícalos,

escondiéndonos en las nubes

y picoteando los nísperos.

O bailando con los vientos

en las dunas del desierto.


Este poema está dirigido a Candelaria Villavicencio, poeta cuántica. Yo toda la poesía no la conozco, pero de lo que sé, esta mujer está alcanzando en ese arte nuevas dimensiones. Además está entre las mujeres que amo, que no son muchas. Todavía no tengo que esforzarme en recordarlas a todas. Creo que son tres. Una pantera, una puma y una leopardo. Una morena, una albacora y una tiburona. Una águila, una mirlo y una calandria. Me faltan los reptiles, pero aquí me es más complicado de ver sus correspondencias animales. Entre las diosas son las que se presentaron a Paris para que el pobre dijese cuál era la más bella. La belleza no está  en el cascarón sino en la yema. La belleza es una energía, una emanación. Por ejemplo, la vecina que parece Isadora Duncan cuando camina o simplemente se mueve, o incluso cuando está quieta, si no se maquilla a modo se le ven las arrugas en la palidez del rostro. Pero la belleza que desprende su rostro es inaudita, incluso más que cuando se maquilla. 

Día tranquilo hoy. Continúo el trabajo en Vertical. A veces siento que voy por una vereda y otras que me meto en riscos. A esa novela le hace falta una poca del habla de Marcos. 

--Antes te pegaban un revés y te dejaban la cabeza sonando a cacharros.

La noche en la escalinata de Ibrahim es humanamente agradable. Marcos, pinta de orangután, en mangas de camisa. Todos abrigados y él como si nada. Pidiendo una hamburguesa especial de la casa. Al otro lado de las mesitas mostrador, encajadas en la puerta del bar, Miguel el de la perra de presa con la mascarilla negra puesta. Dice que se puso a ver la televisión en su casa, se durmió y cuando despertó todavía tenía la mascarilla. "Cuando desperté, la mascarilla estaba allí". Entre otros paosanos, varias mujeres del barrio alegraban el cuadro de la escalinata, y el teatro de la vida, y la luna casi llena sobre Barrio Nuevo. 

El cuadro de la mariposa ahora es mariposa azul sobre fondo azul. El cuadro con el dibujo del gato que hizo la sobrina del vecino Carlos ahora es gato azul rodeado de azul con fondo azul. Mañana si dios quiere tengo que bajar a la tienda de la Cruz del Señor, a buscar azules. Y blanco transparente. 

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