lunes, 19 de agosto de 2019

Estoico y frugal. Nueva novela de Pedro Juan Gutiérrez. Editada por Anagrama. Vi la crítica en el blog de Eduardo. Yo a Espido Freire no la he leído. Bueno, a ver si me centro. Qué día este. Ramón me avisa que bajó a Agapea a comprar un libro. Total, voy con él a San Andrés. Comida en el chino, el sitio que compraron los chinos por debajo del antiguo cine. Una china nos atendió. Tenía la figura de una en una pintura que hice en la pared (la publiqué en feibo). Mujer modigliani. Y sus rasgos del rostro, un enigma. Mujer cubista. Ramón hablaba, "ensalada, pulpo...", pero era a mí a quien miraba. Le dije que vino blanco seco. Ramón quiso piropearla. Dijo que el vino blanco afrutado era como ella. No entendió el idioma canario de Ramón. 
--Si él pide seco, lo traeré seco --y Ramón se quedó en 33.
Vino seco bueno. Se come mejor en El Surtidor (la carne no) pero allí no está esta mujer. En fin. Comida agradable. Y luego al Muelle. Al Muellito. El mar de los primeros años. Por fin me lanzo al agua. Un cuadro de gente. Alguien habla con Ramón. Es hermafrodita. Mujer/hombre mayor. Recuerda a Mefistófeles en una película, Fausto, que vimos una vez en el Tea. El contraste entre la muchacha de la casa de comida y  la hermafrodita en el muelle, me persigue.

El libro que compró Ramón en Agapea es de un antropólogo que le da valor al olvido. Lo hojeé. Muy buena edición.


2 comentarios:

Jesús Castellano dijo...

Agradecería que las cosas del blog se solventaran en el blog, y cualquier comentario se haga en esta zona y no en otra. Lo que escribo aquí es la realidad de aquí. En otros lados soy otro. Además me facilitaría la respuesta sin tener que estar exponiendo a qué respondo. A ver si el ruego llega a la benevolencia de los lectores, amistades aparte.

Jesús Castellano dijo...

No estamos en tiempos de amor sino de guerra. Las palabras escogidas y en su sitio. El miedo a necesitar ayuda, no valerte por ti mismo,crea una vida falsa y mareante. Hay que salir de ahí. E insisto, no contestaré más ni cartas que tengan que ver con este territorio, ni mensajes ni nada. No soy tan estricto como Rubem Fonseca, que se negaba a dar entrevistas porque lo que tenía que decir ya lo hacía en sus cuentos y novelas.
Cuando buscaba el éxito y la fama, no pocas veces perdí las maneras, el objetivo a conquistar: una obra sin vanidad ni palabras de más. Una obra que se bastara a sí misma. En eso estoy. En esto no quiero amigos sino aliados. Y no quiero amor (sentimientos de tramposos),
ni bondad, ni piedad. Quiero claridad y que sujetarme a nadie. El que tenga que disfrute, y él que no que guerree por tener lo que quiere o que sea taoista y renuncie a todo. Y si no queda claro, consúltalo con la sombra del almendro.