sábado, 24 de agosto de 2019

Una mujer Buey me lleva a indagar otra vez en el zodiaco. Es como jugar al tres en raya en el conocimiento de una persona cuando aún no podemos jugar a las damas o al ajedrez. Que sea buey me hace recordar un encuentro en la rambla con el hombre Rata. A Rata lo conozco desde los tiempos de la juventud revolucionaria. Inspiró un personaje en Barrio Chino. Estuvo casado con una mujer Gallo que no me es indiferente. Pero la mujer Gallo que pienso nombrar en este cuento es otra. El encuentro que dije fue la penúltima vez que lo he visto. Me contó la leyenda de Buda y los animales. La Rata, aprovechada e inteligente, llegó antes que el Buey. Se ve que hicieron un buen viaje juntos, pero la rata, cuando ya quedaba poco camino, saltó del lomo del buey para llegar antes.
Lo que dicen los libros es que Rata y Buey son muy compatibles en el conocimiento bíblico. Menos pero también bastante, es fructífera la unión de la rata y el gallo. Dejo un momento de hablar del Rata para presentarme yo, en lo que concierne a este cuento.
La última vez que vi al Rata, yo había quedado con una mujer Gallo para ir a un concierto. Cuando llegué al lugar de la cita, ella estaba hablando con él. El olfato no me engañó. Se conocían.
Pero lo que me importa ahora es la mujer Buey. Me interesa porque el libro dice que la relación entre el Buey y la Serpiente es saludable en todos los aspectos. No contaré aquí lo que he indagado sobre la mujer Buey. No es el momento aún.
El día que nacimos lo rige un animal que iluminará nuestro comportamiento cotidiano. Descubrí que en mi caso es el Mono de Fuego. Ahora me explico porque he tenido siempre amigos monos. Me acuerdo de un psiquiatra asturiano, que creía que el mundo está dominado por una conjura que reside en Lisboa, y él estaba al tanto de muchos detalles. Un día fuimos a un puticlub y le presté dinero para subir a un cuarto. Esto era en Gijón. Yo entonces vivía con una mujer Tigre en su casa. Un amigo de aquí de Tenerife, con mando en plaza entonces en el mundo cultural, implicó a una institución y organizó en Tenerife una presentación de El negro. El mono, enterado de que yo iba a viajar, ya estaba rondando a la mujer Tigre. Me enteré y decidí no viajar sino buscarlo y obligarlo a devolverme el dinero que le presté. Y la mujer Tigre riéndose de mí. Pero entonces yo no sabía eso.
En fin. Avisado quedé. Con las Tigre amigas no he tenido desencuentros drámáticos, pero sí desencuentros. Me he entendido con ellas hasta que me empiezan a vacilar.
En fin, dejo este cuento a la mitad. A la mitad está en la vida.

2 comentarios:

Jesús Castellano dijo...

al releer veo el error ortográfico ("porque" en lugar de "por qué"), pero lo dejo así porque leyendo hoy el blog Crisis de Papel, un lector le señala al autor ese mismo error. Lo dejo porque hay errores que sin embargo tienen una explicación lógica (la forma canaria "gabina" por "cabina!, por ejemplo). El modo de dejar como correcto ese "porque" es ponerle una coma delante. Ocurre igual en la frase señalada por el lector en el blog de Martín.

Candelaria dijo...

Este cuento es a todas luces, una gran galimatía. Todo enredo no siempre conduce al caos sino a todo lo contrario