miércoles, 28 de agosto de 2019

Pepe

hoy a última hora decidí subir a La Laguna al recital que organizó el poeta Domingo Acosta Felipe, que ahora está triste porque dice que lo quieren humillar. Estos poetas se sienten humillados por cualquier cosa, son muy sensibles.
Subiendo en el tranvía me acordé de Destino intercambiador. Si recuerdas, el plan de esa obra fue aullar toda la rabia escondida contra los demás y contra uno mismo. Rabia tienen los nuevos escritos de Elena Villamandos. Poemas de la vena he visto a los más grandes espíritus de mi generación destruidos por la locura buscando un pico en la calle de los negros. Ella intentó recitarlos con la rabia que piden sus versos, pero su voz es aún demasiado humana. No tiene aún el ladrido del perro, el aullido del lobo o el rugido del león. También fueron, a mi oído, poemas animales, pero en casi súplica de amor, nada de rabia, los de Carmen Paloma Martínez; su voz --no te rías-- es danza de serpiente entre la maleza. Menor sonido tiene el habla de Ramiro Rosón. Menos uno, sus versos tienen poesía pero también tienen intervenciones del autor cuando se le va la musa y no es capaz de no proseguir. El menos uno es un poema que no tiene parches. Yo lo leí ayer en fb. y me impresionó. Me dicen que es del mejor Borges y me lo creo. A pesar de su voz sin armonía, ese poema sigue en mí como quien hubiera encontrado un trébol de cuatro hojas. Cosas que me está ocurriendo con Candelaria Villavicencio, sólo que esta mujer no sólo tiene un trébol mágico, es un prado lleno. Fue el principal motivo por el que subí al recital. Que ella estaba en el cartel. Si tenía alguna duda --no soy un erudito-- de que está renovando todas las escuelas, antiguas y actuales, ya sé que estoy en lo cierto. Pero porque lo sé no te lo digo aquí. Ya hablamos cuando nos veamos para la cuestión editorial.
De los otros poetas, ninguna crítica que hacer, ni en contra ni a favor, salvo un poema de Fabio Carreiro Lago, con motivo de la Metamorfosis de Kafka. Le dio la vuelta al mito con una sencillez y una delicadeza admirable. En fin, luego me vine en el tranvía otra vez para nuestra gloriosa e invicta ciudad.
Y ahora me voy a acostar. Mañana --ya hoy-- viene E por la mañana.

3 comentarios:

Candelaria dijo...

Hoy me levanto con la extraña sensación o no tan extraña, de haber vivido mi epitafio, y no porque me haya muerto, sino porque he vivido. Yo no soy un prado lleno de tréboles de cuatro hojas, desde luego que no, me atrevo a decir, y espero no ser pedante, me siento más identificada con la tierra,con el humus, o al menos es lo que pretendo ser. Escribo sobre todo para divertirme...Gracias siempre por tus palabras.

Jesús Castellano dijo...

Tréboles mágicos me refería a tus poemas. La imagen puede que no sea acertada. Para mí la poesía es un asunto serio, un asunto político. Temo que he molestado a Antonio Arroyo Silva, que no estaba allí. He procurado contestarle como sé en lo que me escribió en el muro de Domingo Acosta Felipe. Por torpe que soy creí que estaba escribiendo en mi muro. Luego me di cuenta. Y por último interviene Domingo y me dice que me he pasado porque hay cosas que no se pueden decir en público. ¿No ve que lo que yo he dicho en público él lo ha dicho en público en su muro? Ya aquí la discusión se pasa de la raya. Aunque ha servido para algo. No hay ídolos sin pies de barro. Todos los días vivimos un epitafio. Todos nosotros.
Y además esto es una carta a Pepe. No una crítica literaria, aunque hable de literatura.

Candelaria dijo...

Me entristecen que ocurra estas cosas..por eso cuanto más invisible se pueda estar de los círculos Literario mejor. Menos mal que yo vivo en Buenavista y lo más cerca del mar. Eso me da mucha paz...Seguiré escribiendo porque escribir me hace feliz