viernes, 13 de marzo de 2020

Agripina se fue y vino la cuarentena. Estamos en cuarentena. Tiempo de cuentos adorables. Los que puedan contarlos.

En momentos dramáticos los cuentos son extremadamente adorables. Las mil y una noche. El Decamerón. Y todos tienen final feliz. La situación exige ir al grano, no andarse por las ramas. No hay tiempo que perder. O morimos o nos besamos. 

Presiento que esto nos lleva a una transformación importante. Pienso en el cuento de Boris Vian donde el mundo se queda a oscuras. En la oscuridad ocurre la verdad y la belleza. La confusión se aclara.

El gran protagonista hoy es el papel higiénico. Asociado al verbo cagar. Pero ¿a qué se debe la fiebre de acumular toneladas de papel higiénico? Si fuese de rollos de papel de cocina lo comprendería. Tiene múltiples usos. El higiénico parece tener sólo uno. Imaginar a un/una semejante limpiándose el culo es valorar a esa persona en su justa medida, ni más ni menos. Cuando joven e impulsivo una vez prediqué que para saber si el amor es verdad, los dos tenían que cagar juntos. La mierda que no molesta es señal de que la persona que la caga es el mejor aliado que podemos tener. Lo tomaron a broma. Nadie creyó que yo estaba hablando en serio.

La mierda en la novela de Sade Los últimos 120 días de Sodoma (y en Agosta escribe) está entre el goce sexual y el goce criminal. Entre el sudor y la sangre.

Rubem Fonseca tiene con la mierda un cuento más amable, menos escabroso. El hombre del cuento todos los días analiza lo que caga, y se hace un nigromante de la mierda. Conoce, gracias a las señales de la mierda de cada día, a la mujer que le conviene, la que caga con él, y conoce al mono rey de la rueda de la fortuna.

Nicolás el vecino me estuvo contando aventuras de cuando trabajaba en la Residencia. Tenía que haber escrito las aventura de Nicolás. Hablamos de la calle, del barrio, de este, de la otra. Si estuviera animado le decía

--Nicolás, tú habla y yo escribo, te copio.

Pero ahora tengo que parar esto. Tengo que ver bien (lo que se pueda) los poemas de ... y concluir el prólogo.

En el aire queda.

No hay comentarios: