viernes, 6 de marzo de 2020

Vi Edipo rey de Pasolini. La encontré en italiano. Los largos parlamentos no los entendí. Pero casi no hace falta. Vi la película porque Eduardo puso en su muro un elogio a Pasolini. Uno de los grandes cineastas que en el mundo han sido, comenté. Esta aún no la había visto. Me incitó el comentario que hizo Ángel Sánchez. Dijo que Pasolini bien pero que esa película no. La calificó de "verdadera plasta exotista" y le dolió ver a "Callas haciendo el ridículo".

--Es una manera de verla --contestó Eduardo, muy educado.

No sé dónde Callas hace el ridículo. Aunque el ridículo, es verdad, es un componente marcado de la película. Sobre todo en los atuendos. Un ridículo sublime. Pero en ningún momento el personaje de Yocasta es ridículo. Sí es ridículo Cayo, el propio Edipo  (un aquí estoy yo) y más y más personajes. Esa estética hace aún más cruel la tragedia. Me llamó la atención la ausencia de agua en toda la película. El aire aparece, y el fuego y la dominante tierra, y la madera, pero el agua brilla por su ausencia. No se la ve por ninguna parte. ¿O sí y no lo recuerdo ahora mismo? Sin embargo, en la primera y la última escena (antes de cambiar de estética, de tiempo y de decorado, los últimos tres minutos) el recorrido de la cámara por ramas de árboles me daba la idea del fluir de un río, y recordé lo que ya es tópico recordar cuando piensas en Heráclito; nunca se baña uno en la misma aguas del río, o algo parecido.

Todo el tiempo que la veía pensaba en Puerto Santo, novela de Juan Royo. Era como si a la par de la película de Pasolini, pasasen por mis ojos escenas de la novela, épica bufa, de Juan. Y eso que a simple vista poca relación hay entre la tragedia de Edipo y la novela.


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