jueves, 5 de marzo de 2020

Quedé con Evelia en la MAC. Del acto que allí había, hice un cuadro en Fb. No sé si hacer otro aquí. Cité una poética creo que de Faulkner: si tienes que cometer barbaridades para escribir algo bueno, eso es lo que tienes que hacer, esa es tu obligación. Debí explicar a qué terreno el escritor debe llevar a cabo esas acciones si son necesarias. A su terreno. El terreno de un escritor es la palabra.
Paco Ignacio Taibo II, director de la Semana Negra, lo decía de otra manera más pedestre.

--Gracias a que soy escritor puedo matar a mi suegra tranquilamente.

O sea, que la mata en su terreno, en las palabras.

Si Castell no mata a María Iribarne, El túnel no existiría. Si el hijo de la amante del marinero no mata al marinero, El marino que perdió la gracia del mar no existiría. Si el macho penco fascista no mata al cónsul, Bajo el volcán no existiría.

Eso no quiere decir que se ponga uno a matar gente a lo bobo, amigos y enemigos. Bueno, no sé. El jolovo de La naranja mecánica y su manada, todo el rato estaban jodiendo gente. Y si vas a Sade, lo mismo pero peor, y encima semejante a las meditaciones de Ignacio de Loyola (según un francés que ahora no recuerdo el nombre). En fin, ejemplos a punta pala.

La novela negra sería rosa si no tuviera asesinatos. Y nombrar la novela negra me hace pensar ahora que el recurso al crimen corre el peligro del fácil recurso, de lugar común. Cualquier recurso se vuelve inoperante cuando es usado hasta en la sopa. La novela negra se dio a valer --sustituyó a las del oeste-- porque en su momento le dieron valor a la calle. La literatura salió de los palacios y la dama bailó con el vagabundo. Pero toda inflación mata el signo. La cruz que pintaron en la puerta de un judío para saber dónde vivía, para que unos sicarios lo supieran y lo quitasen del medio, al final se convirtió en nada. El signo perdió valor. El judío amenazado supo lo que significaba esa cruz y ¿qué hizo? Llenó de cruces todas las puertas de la ciudad.

A lo mejor hay que actualizar el consejo: si para escribir una buena novela, tienes que no matar a tu madre, no la mates. En Kafka, en lo que ahora me acuerdo, no hay ningún crimen. Tendré que comprobarlo.

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